Los ataques en Israel ponen al presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás, en un lugar difícil. Mientras Netanyahu subrayó su «incitación» como la principal causa del terror árabe, altos funcionarios de seguridad pintan un cuadro más complejo sobre el aumento de los atentados terroristas.
Los niños de Oslo, jóvenes palestinos nacidos en los últimos 22 años, están en el centro de la oleada de violencia que vive la región y que atribuyen a la frustración generada por años de ocupación.
Netanyahu representa el símbolo de la contradicción ideológica de un político. En el ámbito socio-económico, el premier israelí invierte denodados esfuerzos para profundizar una revolución destinada a construir nuevas bases que garanticen una eterna posición favorable para una reducida capa de magnates, a la par de discriminar y pauperizar gran parte de la sociedad israelí.
Cada año, con los meses de septiembre y octubre, vuelven los problemas en el Monte del Templo. Esta vez son bastante violentos como para que el Gobierno israelí haya cambiado las reglas de intervención que rigen la conducta de las fuerzas de orden en la ciudad. A partir de ahora se pudo recurrir más fácilmente a las armas de fuego, con las cuales se llegó a una escalada de tensión.
Tras llevar varias semanas amenazando con lanzar un bombazo durante su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, el 30 de septiembre el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás, volvió a demostrar una vez más que es un experto en el arte de tirarse faroles. Al final, el bombazo que él y sus colaboradores prometieron hacer estallar ante la ONU resultó ser un conjunto de viejas amenazas de romper acuerdos firmados y una campaña de desprestigio contra Israel.
¡Por fín se vislumbra una solución pacífica y humanitaria para el conflicto de Siria! ¡Rusia comenzó a bombardear!
El bombazo que el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás (Abu Mazen), amenazó con soltar durante su discurso ante Naciones Unidas finalmente no se materializó. Resulta que el planeado bombazo iba a consistir en el anuncio de un Estado palestino bajo la ocupación israelí.
Vladimir Putin volvió a patear el tablero. La narrativa más repetida en estas horas es que esta ofensiva militar sobre Siria revela una disidencia con la Casa Blanca sobre el destino del maltrecho país árabe. O, más preciso, sobre la preservación de la dictadura de Bashar al-Assad.
Se veía venir. El bombardeo iniciado de modo unilateral por Rusia en regiones de Siria - supuestamente en contra de posiciones del Estado Islámico (EI) - se veía venir. Putin, a diferencia de gobernantes de países democráticos no necesita preguntar a nadie para tomar sus decisiones.
El trato nuclear de Irán ya está cerrado por parte de Washington. Pero, debido a que este ha sido uno de los cambios de política exterior de mayor importancia de Estados Unidos en las últimas cuatro décadas, vale la pena mirar el pasado y calificar el desempeño de los actores clave.