Sabias palabras las de Brendan O’Brien: «Es muy importante que las investigaciones de casos de terrorismo, sin importar dónde sean, se sostengan y los países encuentren quién fue la persona u organización que hizo un atentado porque es necesario que las víctimas lo sepan» [1]. O’Brien, Cónsul General de EE.UU en Argentina, se hizo eco de la sensación de frustración ante la falta de esclarecimiento de los atentados a AMIA y Embajada israelí en el marco de un acto organizado en memoria de las víctimas del ataque de 11.9.01.
Netanyahu fracasó en su declarado intento de sabotear la firma y posteriormente la ratificación del acuerdo de las potencias del mundo con Irán. Este visible tropiezo del «Rey Bibi» originó una inmediata competencia destinada a coronar al analista político que más lo desacredite.
Las migraciones que avanzan hacia Europa constituyen el más grande movimiento demográfico vivido por el continente desde la Segunda Guerra Mundial. Las consecuencias no son divisables. Mucho menos puede saberse cuando cesará.
Son pocas las personas que lo conocen, suelen pasar desapercibidos, pero no en las altas esferas de la política y la economía norteamericana. Y es en la política exterior donde ejercen un inmenso poder. Me refiero a AIPAC, el Comité de Asuntos Públicos de Estados Unidos e Israel.
La aceptación o el rechazo de los congresistas demócratas al acuerdo de Obama con Irán tiene una gran importancia y, lógicamente, concita la atención internacional. Pero hay otro debate sobre el Plan Comprehensivo de Acción Conjunta que quizá sea aún más importante: el que se está desarrollando en Irán. El Líder Supremo, Alí Jamenei, que es quien manda en la República Islámica, puede acabar rechazando lo que él mismo contribuyó a fraguar.
Comerciantes de Tel Aviv están sufriendo en carne propia, o mejor dicho en bolsillo propio, las consecuencias de la nueva escala de valores del Estado judío. Las excavaciones para el nuevo tren subterráneo están arrastrando a muchos de estos empresarios al cierre o la quiebra mientras que instituciones oficiales responsables de la iniciativa no demuestran ningún tipo de contemplación o seria predisposición a ayudar en esa crítica situación que se prolongará varios años.
Tiene un nombre aséptico, pero es enormemente controversial: Plan Integral de Acción Conjunta. Es el acuerdo entre Estados Unidos e Irán en materia de control y eliminación de las armas nucleares que Teherán se proponía (o se propone) fabricar. Lo respaldaron los grandes del vecindario: Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania.
Jutzpá es una palabra hebrea que ha pasado al idish, del idish al inglés o al inglish o ameridish, y más o menos de manera extraoficial o clandestina a otros idiomas. Originariamente tiene una connotación muy negativa. Significa algo así como atrevimiento, descaro, insolencia, irreverencia, actitud ofensiva, insultante o maliciosa.
Tuvieron que pasar cuatro años para que la figura política de Netanyahu sea retocada por sus enemigos más acérrimos con otro tipo de maquillaje más acorde con lo que actualmente está ocurriendo en Oriente Medio.
Si la condición del entonces ministro israelí de Finanzas, Itzjak Modaí, para formar parte de la coalición gubernamental liderada por Itzjak Shamir en 1990 se hubiese convertido en norma permanente, hoy, con seguridad, las arcas israelíes o el mismo Netanyahu estarían en bancarrota. Como se recordará, Modaí demandó millonarias garantías bancarias para avalar el cumplimiento de promesas de quien asumiría la dirección del nuevo gobierno.