Un político que hace uso de su posición como ministro de Exteriores de Israel para exponer su doctrina - que, en el mejor de los casos, sólo representa su punto de vista y la de su partido -, aprovechando la plataforma internacional más importante, resulta vergonzoso.
En tres semanas, Bibi tendrá una oportunidad única para detener a este nuevo Hitler y frustrar sus incitaciones. Ahmadinejad realizará su primera visita a Líbano y dedicará un día entero a una gira por el sur de ese país y será visto en el Pórton de Fátima, muy cerca de la valla fronteriza con Israel.
No hay ningún cambio. Binyamín Netanyahu está realmente ocupado, removiendo cielo y tierra, para hallar una doble solución mágica que haga que los tractores retomen el trabajo en los asentamientos y, a la vez, que logre mantener al presidente Mahmud Abbás en la mesa de negociaciones.
Lo menos que Binyamín Netanyahu debería hacer para reparar el mal que causó al Estado de Israel con su nefanda provocación en contra de Itzjak Rabin es llevar a cabo lo que Rabin efectivamente quería intentar.
Los partidarios de un acuerdo provisional tienen razón al afirmar que tenemos una dificultad real para alcanzar ahora un pacto integral y definitivo. Pero se trata de la misma dificultad que ha venido acompañando a Israel y a los palestinos desde los Acuerdos de Oslo.
Si Netanyahu se muestra decidido no sólo a congelar los asentamientos temporalmente, sino también a evacuar la mayoría de ellos de forma permanente, podría ser una oportunidad de oro para deshacerse de Liberman.