La definición de Israel como Estado judío, exigida por Netanyahu, es una amenaza para las minorías. Tampoco se trata de una movida inteligente para nosotros. ¿Qué tiene de malo "Hogar del Pueblo Judío"?
Parecía a propósito. Durante la visita del vice presidente de EE.UU Joe Biden a Israel, alguien se ocupó de publicar que se avanzaba en el proceso de construcción de 1.600 nuevas viviendas en el barrio Ramat Shlomó en Jerusalén Oriental.
Antes de iniciarse la entrega de los Oscar ya se podía anunciar que los galardonados en las categorías de hipócritas y moralistas eran varios voceros oficiales israelíes y un selecto número de charlatanes que se autoconsideran seguros de representar siempre al Estado de Israel.
Buenos días Sr. Scandar Copti, director de la película Ájami. Espero que haya disfrutado en la ceremonia de entrega de los Oscar. Seguramente fue muy placentero viajar al evento más importante de la industria cinematográfica, codearse con lo encumbrado del mundo, ver las luminarias.
Por fin la humanidad ha aprendido la diferencia: no todos los terroristas son iguales. Los hay honorables y otros que no lo son. Quienes mataron a Mahmud al-Mabhuh en Dubai cometieron el grave error de asesinar a alguien que sin duda pertenecía a la primera categoría.
La religión judía es, sin duda, parte muy importante de la historia y de la realidad actual de nuestro pueblo, pero las dimensiones religiosas, étnicas particularistas y las histórico-nacionales que deben abarcar a todos los pobladores de Israel, no pueden confundirse.
El affaire "patrimonio histórico" en los territorios ocupados no es sino otra prueba de que el discurso de Netanyahu en la Universidad de Bar Ilán sobre su aceptación de la fórmula de dos Estados fue el punto de partida hacia ningún lugar.
La primera semana de marzo ha sido designada Semana del Apartheid Israelí. Comités de estudiantes y profesores en universidades norteamericanas manifiestan acusando a Israel de ser responsable de todos las tragedias de Medio Oriente.
Ningún lugar abierto al público puede impedirle la entrada a nadie que no esté encuadrado dentro de los criterios de admisión o no admisión. Reservarse el derecho a admitir a tal o cual persona no significa discriminar intencionadamente.
La consolidación de un ethos nacional que contemple a árabes, judíos laicos y ortodoxos, se considera una misión imposible. El actual gobierno de Israel no está preparado para conseguirla. Debemos centrarnos en el cambio desde abajo.