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Relaciones con futuro incierto

Dore Gold y Anwar EshkiLos recientes contactos entre Israel y Arabia Saudita se asientan sobre una sensación compartida de amenaza por el programa nuclear de Irán, pero es difícil que evolucionen a una relación estable mientras Netanyahu no acepte el plan de paz de su vecino del sur aprobado por la Liga Árabe en 2002.

«¿Y qué si se reunieron? ¿Significa algo eso? No será ni la primera vez en la historia, ni la última, que dos enemigos colaboran frente a una amenaza común», dijo Dan Schueftan, director del Centro de Estudios de Seguridad Nacional de la Universidad de Haifa, al restar importancia a estos contactos.

Experto en temas seguridad nacional y regional, Schueftan recordó que, antes incluso de que la fundación del Estado de Israel, en 1948, los dirigentes sionistas mantuvieron estrechos contactos con el rey Abdullah Jordania (abuelo del actual monarca, Abdullah II), lo cual «ni impidió la guerra ni acercó la paz».

Schueftan mencionó también el caso de Estados Unidos con Alemania inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando utilizó a antiguos nazis «descontaminados» políticamente para ayudar a frenar a la Unión Soviética que había comenzado a imponer el régimen comunista en Europa Oriental.

«Toda la historia del mundo es así, se crean intereses comunes que permiten a partes que antes eran rivales o que estaban en guerra trabajar juntos frente a enemigos comunes que no existían antes», explicó el académico en una entrevista durante la Conferencia Annual de Herzlía, en el foro de debate internacional.

Las relaciones de seguridad entre Arabia Saudita e Israel son un secreto a voces en la última década, y hace varios años incluso se llegó a publicar en prensa especializada que Riad aceptó hacer la vista gorda al paso de aviones israelíes por su territorio para que pudieran alcanzar las instalaciones nucleares de Irán.

Una información que nunca fue confirmada, como tampoco los contactos que ambas partes mantuvieron, hasta el jueves pasado.

Ese día las dos partes evidenciaron su postura durante una reunión del Consejo de Relaciones Exteriores en Washington en la que comparecieron conjuntamente el designado jefe del Ministerio de Exteriores israelí y asesor de Netanyahu, Dore Gold, con el general saudita retirado, Anwar Eshki, ex asesor del príncipe Bandar Bin Sultán y ex embajador en la capital estadounidense.

Sólo en 2014 y 2015 representantes de ambos países se entrevistaron en al menos cinco ocasiones, según el medio estadounidense «Bloomberg», que situó los encuentros en India, Italia y la República Checa.

El asesor del Ministerio de Defensa, Amós Gilad, confirmó recientemente la existencia de este diálogo sin entrar en detalles.

«La expansión de Irán por la región, su programa nuclear y el surgimiento de organizaciones yihadistas dieron un vuelco a las alianzas tradicionales de un Oriente Medio en el que las fronteras se diluyeron», se limitó a decir Gilad.

Las relaciones entre ambos países fueron objeto también de mención en la Conferencia de Herzlía, en el que el ex presidente israelí, Shimón Peres, dio a entender que este tipo de contactos existen pero que la normalización entre ambos países sigue pasando por la aceptación del plan saudita de paz.

Esbozado en 2002 por Riad y refrendado por la Liga Árabe como solución al conflicto israelí-palestino, el plan propone el reconocimiento de Israel por parte de los 22 países árabes a cambio de su retirada a las fronteras de 1967, el reconocimiento del derecho del retorno de los refugiados y la creación de un Estado palestino.