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Contra el yihadismo

yihadismoLos avances del Estado Islámico (EI) en Irak obligaron a Estados Unidos a reajustar su estrategia. Obama anunció el envío de 450 instructores militares más, que se sumarán a los 3.100 ya desplegados.

Los nuevos uniformados asesorarán y entrenarán a miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes en una base cerca de Ramadi, la capital de provincia que el mes pasado cayó ante los yihadistas sunitas.

Obama no contempla que los norteamericanos entren en combate. El presidente fía el desenlace de esta guerra a la capacidad del gobierno de Bagdad para derrotar a los yihadistas en alianza con las tribus sunitas y los kurdos.

Además del despliegue de más asesores militares, el Pentágono enviará material y equipamiento militar para mejorar las capacidades contra el EI, de las fuerzas de seguridad del Gobierno de Irak, de las milicias peshmerga kurdas y de los combatientes tribales sunitas.

Las medidas no suponen un cambio sustancial en la política de Obama. El presidente renunció a una intervención terrestre al estilo de la invasión de 2003. Estados Unidos se limitó a intervenir con bombardeos aéreos - en Irak y en la vecina Siria - y con militares sobre el terreno dedicados a entrenar, aconsejar y ayudar a las fuerzas iraquíes, según un comunicado de la Casa Blanca.

Nada de esto cambiará. Pero las victorias del EI en Irak y en Siria, y la constatación de que la actual política es incapaz de frenar a los yihadistas, llevaron a Obama a imponer los reajustes. La decisión llegó después de semanas de debates internos en la Casa Blanca y el Pentágono, y, según la Casa Blanca, a petición del primer ministro iraquí, Haider al-Abadi. Obama y Al Abadi se reunieron en Elmau (Alemania), en los márgenes de la cumbre del G-7.

El método es el mismo - militares estadounidenses para asesorar a las fuerzas iraquíes - pero las prioridades cambian. Si hasta hace unas semanas el Pentágono se fijaba el objetivo de retomar Mosul, otra capital de provincia ocupada por el EI, ahora lo aplazó para centrarse en Ramadi, cerca de Bagdad.

Los 450 nuevos militares estadounidenses se instalarán en la base militar iraquí de Taqaddum, en el este de la provincia de Al Anbar. Los 3.000 asesores que en el último año llegaron a Irak se encuentran en otras cuatro bases, donde entrenaron a 9.000 soldados iraquíes y están instruyendo a otros 3.000.

Estados Unidos confía en que, con una mejor preparación y mejor equipamiento, las fuerzas iraquíes puedan medirse en condiciones con los yihadistas. La caída de Ramadi sorprendió a la Administración Obama y dejó en evidencia sus mensajes optimistas. El secretario norteamericano de Defensa, Ashton Carter, atribuyó la derrota a la escasa voluntad de lucha de los iraquíes.

El problema, para Washington, es que su estrategia contra el EI depende de la colaboración de las fuerzas del gobierno iraquí, dominado por los chiítas. El EI es sunita.

Para la Administración Obama, es clave lograr la colaboración de las fuerzas iraquíes y las tribus sunitas.