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Atentados en cadena en el sur de Israel

Ocho israelíes (seis civiles, un soldado y un policía) murieron y más de 30 resultaron heridos este jueves en una serie de atentados perpetrados en el sur del país, a unos 20 kms al norte de la ciudad de Eilat, por una o más células terroristas infiltradas al parecer desde el vecino territorio egipcio.

Por la tarde, en otro incidente que no se descarta sea parte del mismo plan original de los atacantes, se abrió fuego desde la frontera con Egipto, resultando herido de extrema gravedad un soldado o policía israelí.

El ministro de Defensa de Israel, Ehud Barak, aseguró que los responsables habían salido de la Franja de Gaza y que sus planes eran perpetrar un atentado mucho mayor, quizás en la propia ciudad de Eilat, frustrado por la alerta de las fuerzas de seguridad que reaccionaron con rapidez.

Por la tarde, Israel atacó una casa en la zona de Rafah, al sur de la franja, mientras estaba reunida allí la comandancia de los Comités de Resistencia Popular, dando muerte a seis palestinos, entre ellos Kamal Neirab, el jefe máximo de la organización y a por lo menos dos de sus subalternos, que según información de Inteligencia, había preparado el atentado en serie de ayer en territorio israelí. Fuentes palestinas sostienen que también la hija de uno de ellos murió en el ataque.

"Yo he fijado un principio. Si se ataca a ciudadanos israelíes, respondemos de inmediato, y con fuerza", declaró por la noche el primer ministro Binyamin Netanyahu. "Este principio lo hemos implementado también hoy. La gente que organizó el atentado y que se escondía en Gaza, ya no está con vida".

Por lo menos tres de los atacantes murieron tras los atentados, dos de ellos baleados por las fuerzas de seguridad de Israel que lograron interceptarlos; el tercero, al detonar el cinturón explosivo que llevaba atado a su cuerpo.

Antes de ser enfrentados por soldados israelíes, los terroristas alcanzaron a disparar hacia dos autobuses, uno de ellos con soldados que salían de sus bases en la zona en camino a pasar el fin de semana en sus casas, y otro con pasajeros en camino a vacaciones en Eilat, así como también hacia por lo menos un vehículo particular que también se dirigía a la ciudad balnearia. Además, dispersaron cargas explosivas por la zona y lanzaron morteros hacia tropas israelíes en la frontera.

Los atacantes utilizaron armas automáticas, cargas explosivas y por lo menos un misil anti-tanque, llevando además - al menos algunos de ellos - cinturones explosivos, lo cual demoró la posibilidad de bajar la alerta en la zona, debido a la necesidad de neutralizarlos antes de retirarlos del lugar.

Tal cual ocurre siempre después de un atentado, surgió también esta vez la pregunta acerca de si acaso había advertencias puntuales, si había alertas que pudieran indicar que algo así podría suceder, más allá de la alerta general que siempre se vive en el país.

Y esta vez, está claro: seguramente nadie en la cúpula política y de seguridad se sorprendió. Era sólo cuestión de tiempo. La caída del régimen del presidente Hosni Mubarak en Egipto, se manifestó, entre otras cosas, también en un debilitamiento del control de seguridad en la Península del Sinaí, aledaña a Israel, donde la fuerza no la tienen ahora - al menos no totalmente - las tropas de la autoridad central, sino bandas de delincuentes beduinos, células de Al Qaeda y la Jihad mundial.

A ello se suma un fenómeno derivado de los sucesos en Egipto, que se convierte en clave en todo lo relacionado a la amenaza sobre Israel: radicales palestinos que no logran salir de Gaza directamente a Israel a perpetrar atentados - debido a la efectiva barrera de seguridad en su límite con Israel - intensifican exitosamente sus esfuerzos por salir de Gaza a Egipto a fin de usar el Sinaí como plataforma de salida a atentados contra blancos israelíes.

En Israel no hay duda alguna: la intención de los atacantes era perpetrar un atentado mayor aún que el logrado. Quizás, llegar inclusive a la ciudad de Eilat, repleta de gente ahora en medio de las vacaciones, y tomar rehenes.

Varios elementos impidieron que ello suceda y que la cantidad de muertos sea mayor aún. Primero fue la seguridad con la que reaccionó el conductor del primer autobús atacado, que en lugar de detenerse, aceleró su marcha para alejarse de los terroristas que disparaban. Luego, la alerta y rapidez con la que actuaron las fuerzas de seguridad logrando finalmente neutralizar a los atacantes.

Es que aunque puntualmente la gente en el terreno haya sido sorprendida por los disparos, todos los involucrados en el mantenimiento de la seguridad en la zona, tenían claro que era sólo cuestión de tiempo hasta que llegara el ataque.

La gran pregunta es si lo sucedido quedará registrado como una jornada grave pero puntual, o será el comienzo de una nueva escalada, que todos saben cómo comenzó pero nadie pueda garantizar cómo va a terminar.