El miércoles pasado la agencia de noticias independiente de Irán (INS) anunció que otro funcionario nombrado por el presidente Mahmud Ahmadinejad fue arrestado en Teherán. Se trata de Azadeh Arkadani, el director del Museo Nacional de Irán que fue acusado de tener vínculos con la "corriente desviacionista".
Este término es utilizado por los críticos del presidente para designar a los ayudantes de Ahmadinejad que presuntamente conspiran contra el poder clerical islámico. Añade esta información que el fiscal del estado, Gholam Hossein-Ejel, dijo que otros miembros de la "corriente desviacionista" han sido arrestados, incluyendo a funcionarios de la "Herencia Cultural Iraní" de la cual forma parte el Museo.
Es público y notorio que el blanco de las críticas es el principal consejero del presidente, Esfandiar Rahim-Mashaei, quien también es su consuegro. Pero Mashaei no es un blanco fácil. La ira de los clérigos contra él se deriva del hecho de que en los últimos cinco años utilizando su cercanía a la presidencia y su control del aparato del Estado, construyó una red de apoyos políticos mediante incentivos económicos y alianzas locales, que podría serle útil en las próximas elecciones.
Como si esto no fuera suficiente Mashaei planteó un duro enfrentamiento a la doctrina islamista oficial: el nacionalismo iraní, no el Islam, como motivación política esencial de la revolución.
Khamenei advirtió el peligro. Este "desviacionismo" estaba destinado a quitar toda legitimidad a la teocracia iraní y la contraofensiva ideológica no tardó en venir. El diario oficial "Kayhan" no solo predica la santidad de la doctrina inventada por Khomeini de "Walayat al-Faqih" (gobierno del teólogo en jefe) sino que elevó su status a "Walayat al-Faqi al mutlaqah" lo que subraya su carácter irrevocable. En otras palabras, según la doctrina del teólogo en jefe, se pasa de la teocracia a la super-teocracia.
La lucha entre los dos sectores de la élite gobernante, que ya lleva varios meses, no han traído la menor democratización al país. Al contrario. Amnesty Internacional condenó a Irán por el drástico aumento de las ejecuciones públicas, entre ellas las de menores de edad. Según fuentes oficiales citadas por esta organización de Defensa de los Derechos Humanos, hasta abril de este año fueron ejecutadas por lo menos 135 personas, 10 de ellas en público. Pero otras fuentes afirman que ha habido otras 40 ejecuciones no denunciadas. La persecución a la oposición sigue siendo implacable.
¿Qué significado político tiene el enfrentamiento entre los dos grupos más poderosos en Irán? Según Amir Taheri, uno de los mayores expertos en Irán en el mundo, lo nuevo es que la facción del "Guía Supremo" está tratando de eliminar todas las demás facciones. Ali Khamenei, que tuvo que compartir el poder con diferentes presidentes y parlamentos ahora cree que está en condiciones de asumir el poder total.
La mayoría de los comentaristas cree que quien comenzó la puja por el poder fue Ahmadinejad. Por ejemplo, el comentarista saudita, Hussein Shobokshi (Asharq Alawsat, 15.5.2011), escribió en un artículo titulado "El presidente quiere destituir al Guía Supremo": "A medida que transcurrió el tiempo, crecieron las ambiciones de Ahmadinejad y él creyó que podría cambiar los poderes del Guía Supremo, limitando su rol estrictamente a cuestiones religiosas, y apartándolo de todo lo que tenga que ver con la política, la seguridad o la economía. Ahmadinejad pensó que podría explotar la ira y el descontento en la calle iraní responsabilizandode todo al Guía Supremo en persona. Pero, al parecer, olvidó que él mismo integra el régimen iraní no menos que Khamenei".
Amir Taheri recuerda que Irán tiene más de 100 años de elecciones parlamentarias pero ninguna de las 24 realizadas bajo dos monarquías y bajo el régimen islamista fue realmente libre y limpia. El objetivo real de los comicios fue lograr una división del poder entre los grupos dominantes sin derramamientos de sangre, pero no dar una representación real al pueblo. Por ello, no es de extrañar que Khamenei haya dado su respaldo al fraude generalizado de la elección de junio de 2009.
En el plano externo, el régimen islamista no ha tenido demasiados éxitos últimamente. La principal bandera de la Primavera Árabe es la democracia, no el islamismo, la lucha es por más libertad y no por más autoritarismo religioso. El principal aliado de Irán en el mundo árabe, Siria, está en serias dificultades y el intento de imponer un gobierno chiíta en Bahrein fracasó notoriamente.
Por lo demás, ya hay muchas señales de cansancio en el mundo árabe con la política de expansión ideológica y militar de Irán. Un buen ejemplo es el duro editorial del "Daily Star" de Beirut del 13 de julio que termina en estos términos: "Los iraníes pueden hacer toda clase de cuentos, pero muy pocos les creen. Internamente, el trato que Irán dio a su propia Revolución Verde no le da ningún derecho a comentar la Primavera Árabe. En materia de política exterior, Irán se entromete en Irak, Bahrein, Siria y Líbano, entre otros países. En el plano doméstico, Ahmadinejad está envuelto en un amargo conflicto público con el clero ultra-conservador.
Ya es hora de que los dirigentes iraníes actúen de acuerdo a su propia retórica: reforma interna y nada de interferencia en el extranjero".