¿Puede haber algo menos relevante que el primer ministro de Israel acudiendo al Congreso de EE.UU sólo para recibir aplausos, y que el líder de los palestinos yendo a la ONU a reclamar un Estado, cuando ambos bien podrían ocuparse de realizar mutuos esfuerzos para mantener una reunión?
Estar de vuelta en El Cairo me recuerda que hay dos pueblos en esta región que no han sido alcanzados por la primavera árabe: los israelíes y los palestinos. Es una lástima, porque cuando se trata de gobiernos osificados, carentes de imaginación, privados de oxígeno, los israelíes y los palestinos están a la altura de los pre-revolucionarios Egipto y Túnez.
Es decir, ¿puede haber algo menos relevante que el primer ministro de Israel acudiendo al Congreso de EE.UU con el sólo fin de ganar aplausos, y que el líder de los palestinos yendo a las Naciones Unidas a reclamar un Estado, cuando ambos bien podrían ocuparse de realizar mutuos esfuerzos para mantener una reunión?
Seguramente, los dos dirigentes podrían aprender algo de la Plaza Tahrir. A los palestinos les diría: Ustedes creen que los israelíes los están desairando porque piensan que los tienen bajo su control. Si recurren a la violencia, los llamarán terroristas. Y si deciden no recurrir a ella, los israelíes se limitarán a encajonar el asunto de la paz y la tranquilidad para dedicarse a construir más asentamientos. El dilema de ustedes es cómo remover a Israel de modo que no les explote en la cara o termine imponiéndoles una rendición completa.
Hay que empezar con la ley de hierro de la paz árabe-israelí: el partido que tenga la mayoría silenciosa israelí de su lado gana. Anwar Sadat logró captar el apoyo de la mayoría cuando fue a Israel y obtuvo todo que quiso. Yasser Arafat fue capaz de hacer lo mismo momentáneamente con los acuerdos de paz de Oslo. ¿De qué manera podrían lograr eso los palestinos hoy en día? Les puedo decir cómo no hacerlo. Conseguir que la Asamblea General de la ONU apruebe finalmente la resolución reconociendo un Estado palestino independiente sólo logrará concentrar el apoyo de los israelíes en la figura del primer ministro Binyamí Netanyahu, dándole de ese modo otra excusa para negarse a negociar.
¿Puedo sugerir una alternativa similar a la de la Plaza Tahrir? Anunciar que todos los viernes, de hoy en adelante, será el "Día de la Paz", lo que hará que miles de palestinos de Cisjordania marchen de manera no violenta a Jerusalén, llevando dos cosas: una rama de olivo en una mano y un cartel en hebreo y árabe en la otra. El cartel debe decir: "Dos estados para dos pueblos. Nosotros, el pueblo palestino, ofrecemos al pueblo judío una solución de dos Estados basada en las fronteras de 1967 - con ajustes de mutuo acuerdo -, incluida Jerusalén, donde los árabes quedarán a cargo de sus propios barrios y los judíos, de los suyos".
Si miles de palestinos marcharan pacíficamente por Jerusalén cada viernes con un claro mensaje de paz, sería una fantástica noticia de alcance mundial. Cada canal de televisión del mundo estaría presente. Créanme: eso determinaría fomentar un verdadero debate por la paz dentro de Israel; sobre todo, si los palestinos invitaran a participar de las marchas a delegaciones de jóvenes de todo el mundo árabe, llevando la iniciativa de paz saudita en hebreo y árabe. También se debería invitar a los judíos de Israel y a los árabes a sumarse. Juntos, los manifestantes podrían elaborar sus propias propuestas de paz y subirlas a YouTube como una manera de decirle a sus dirigentes lo que los jóvenes egipcios lograron hacerle saber al presidente Hosni Mubarak: "No vamos a permitirles desperdiciar ni un solo día más de nuestras vidas con sus agotados mantras y maniobras".
Suena algo loco, lo sé. Bibi lee esto y no puede contener su risa: "Los palestinos nunca serán capaces de hacer eso. Nunca podrían lograr que Hamás adoptara la no violencia. Los palestinosno son así".
Eso es exactamente lo que Mubarak pensaba del pueblo egipcio: "Ellos no serían capaces de ser otra cosa de lo que de hecho ya son: Dóciles y dispuestos a dejarse alimentar con cualquier clase de bajas expectativas que yo quiera darles". Y fue entonces que los egipcios lo sorprendieron. ¿Y qué hay de ustedes, palestinos,y sobre todo, Hamás? ¿Tienen algo con lo que puedan sorprender? ¿Tiene razón Bibi con respecto a ustedes, o no?
En cuanto a Bibi, la lección de Tahrir es obvia: Señor, usted va camino a convertirse en el Hosni Mubarak del proceso de paz. El momento de tomar grandes decisiones en la vida es cuando se cuenta con la plena capacidad de obrar como se quiere. Durante 30 años, Mubarak tuvo todo ese poder de apalancamiento de su lado para llevar gradualmente a Egipto hacia la democracia, y sin embargo, nunca lo utilizó. Y cuando el pueblo finalmente se levantó, Mubarak quiso hacerlo todo en seis días. Pero ya era demasiado tarde. Nadie le creyó. Así que su mandato terminó en la ruina.
Actualmente, Israel goza de un enorme poder de influencia. Es muy superior a los palestinos militar y económicamente, y tiene a los EE.UU de su lado. Si Netanyahu realmente propusiera un proyecto de paz de dos Estados creíble y concreto - y que no se limitara a ser aquellas mismas promesas vagas acerca de "concesiones dolorosas" - podría conseguir que los estadounidenses y los europeos decidieran sobre cualquier asunto pretendido por Israel, ya sea cuestiones de armamento moderno, su afiliación a la OTAN e incluso su afiliación a la Unión Europea. Podría ser un golpe de suerte en materia de seguridad para Israel. ¿Bibi guarda alguna sorpresa o los palestinos están en lo cierto acerca de él: un gran farsante, ocultando un programa nacionalista-religioso bajo el manto de la seguridad?
Probablemente, los líderes israelíes y palestinos ya no son capaces de sorprender a nadie, en cuyo caso, la lógica real y efectiva habrá de prevalecer: Israel absorberá progresivamente a toda Cisjordania de modo tal que, junto con el propio Israel, una minoría judía quedará a cargo del gobierno de una mayoría árabe. Los enemigos de Israel habrán de referirse a tal situación geopolítica como "el Estado apartheid judío".
Estados Unidos, único amigo verdadero de Israel, tendrá que acometer la defensa de un Israel con cuyas políticas no estará de acuerdo y a cuyos líderes no respetará. Y las tensiones de la semana pasada entre EE.UU e Israel en Washington, resultarán en comparación sólo un pintoresco incidente.
Fuente: The New York Times - 25.5.11
Traducción: www.argentina.co.il