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Alerta a los palestinos; osadía a Netanyahu

Barack Obama presentó en su discurso una nueva declaración de principios para el proceso de paz. Se trata de un paquete con tres componentes: Etapas para continuar las negociaciones, principios básicos para un acuerdo e incentivos políticos a israelíes y palestinos.

El presidente de EE.UU no específicó. En sus palabras hubo numerosas alusiones destinadas directamente a Abu Mazen y Binyamín Netanyahu.

En general, intentó balancear su discurso con una significativa inclinación a dispersar las dudas de Israel, con el propósito de facilitar al gobierno de Netanyahu el regreso a las tratativas, y conformar a su retaguardia política en la derecha israelí y el judaísmo norteamericano.

En lo que respecta a la renovación de las negociaciones estancadas entre Israel y la Autoridad Palestina, Obama exige llegar a un acuerdo en cuyo marco se establezca a corto plazo un Estado palestino soberano, dueño de una continuidad al lado de un Estado israelí seguro, judío y democrático. Pero EE.UU no tratará de forzar a las partes a conseguirlo. De esta manera prácticamente declinó la posibilidad de que la administración norteamericana intente presentar un plan propio de paz.

Obama aclaró que la concepción acerca de que la actual situación en el mundo árabe no permite llegar a un acuerdo permanente, es inaceptable. Por el contrario, dijo, la paz es imprescindible ahora más que nunca para que la ira árabe hacia Israel no esté dirigida por los dictadores tambaleantes.

Con ello le respondió a Netanyahu, que arguye que ante la inestabilidad en la zona, Israel debe tomar recaudos respecto a un acuerdo con los palestinos. Obama se refirió indirectamente a los acontecimientos del Día del Nakba en las fronteras de Siria, Líbano y Egipto e insinuó que el intensivo uso de Internet en el mundo árabe para organizarse y manifestarse, hace peligrar indirectamente la seguridad de Israel aún más que la amenaza que representaría la concreción de un acuerdo basado en dos Estados para dos pueblos.

Barak Obama esclareció que no apoyará las propuestas israelíes para llegar a acuerdos intermedios y exigió negociar un convenio fijo que finalizará con el establecimiento de un Estado palestino independiente en una sola etapa. Con todo insinuó que él apoya realizar negociaciones en dos fases. En la primera se fijarán las fronteras del Estado palestino y los ordenamientos de seguridad que Israel necesita; entonces será declarado el Estado palestino. En la segunda, ambos Estados soberanos continuarán las tratativas sobre Jerusalén y los refugiados.

El presidente alertó expresamente a los palestinos: No esperen que la comunidad internacional les conceda un Estado sin renunciamientos y compromisos por vuestra parte. EE.UU se opondrá a la maniobra que planean los palestinos en la ONU en septiembre. Esto no les creará un Estado y no solucionará sus problemas. Obama agregó una clara amenaza: EE.UU se opondrá a esta trama y no participará en su implementación y resultados, así como no permitirá el debilitamiento político de Israel a través de un proceso de deslegitimación.

Lo que además no resultará grato a los palestinos y a Egipto es su manifestación de que Israel tiene justificados reparos en realizar negociaciones con el gobierno palestino siendo que una parte - Hamás - no reconoce el derecho a su existencia. "Los palestinos deben responder a este problema", dijo el mandatario norteamericano, lo que fortalece la posición de Israel en el contexto político que dirige en el terreno internacional.

Obama presentó los principios sobre los cuales, en su opinión, debe basarse un acuerdo permanente. Estipuló que la frontera entre Israel y Palestina debe fijarse sobre la base de 1967 con un intercambio de tierras en conformidad. En Jerusalén dicha determinación será recibida con sentimientos ambiguos: Por un lado, recordar los límites de 1967 es problemático desde el punto de vista israelí, dado que apunta a aceptar la exigencia palestina fundamental. Por otro, las palabras "sobre la base" se adapta a las posturas presentadas por ex primeros ministros israelíes y ex presidentes norteamericanos, desde Barak y Clinton, pasando por Sharón y Bush (hijo) y Olmert y Bush.

La interpretación de las palabras "sobre la base" es que a Israel no se le exige volver a los límites del armisticio fijado en 1949 e insinúa la posibilidad de requerir y recibir en su terreno soberano los grandes bloques de asentamientos en Cisjordania. Otro comentario positivo desde el punto de vista israelí, es la definición "intercambio de tierras en conformidad" que implica que Israel no está obligado a transferir al Estado palestino tierras en relación de uno por uno, sino que puede exigir de éstos llegar a un compromiso también en este caso. No cabe duda que la fórmula de Obama apunta a un amplio acuerdo en la opinión pública israelí.

En el asunto de ordenamientos de seguridad que pretende Israel, Obama afirma que el Estado palestino debería ser casi desmilitarizado. El presidente no dijo directamente "Estado desmilitarizado" sino que utilizó el término "Un Estado no militar". Obama acepta que el Estado palestino no tendrá la posibilidad de establecer una fuerza militar plena sino algo que le permita implantar la ley y el orden y luchar contra el terrorismo sin capacidad de organizar ataques masivos con armas pesadas.

Al parecer, el presidente exige que el modelo vigente hoy en la Autoridad Palestina en Cisjordania, mediante el cual la misma posee un mini-ejército y mecanismos de seguridad interior, seguirá existiendo también al firmarse un acuerdo permanente. Obama enfatizó que salvaguardar la seguridad debe hacerse en combinación y cooperación entre Tzáhal y los mecanismos y fuerzas de seguridad palestinos.

Otra fórmula importante del líder de EE.UU en asuntos de seguridad es su alegación de que Israel debe estar capacitado a defender su soberanía y sus habitantes y deberá hacerlo por sí mismo. El significado es claro: apoyo a la exigencia israelí de ordenamiento de seguridad y una presencia que permita a Tzáhal actuar frente a toda amenaza física que se origine por parte del Estado palestino o de cualquier vecino de Israel.

Obama no lo manifestó directamente, pero insinuó que EE.UU entiende la demanda israelí de la presencia de Tzahál por un tiempo establecido - pero no infinito - sobre el Río Jordán.

En general, Obama evitó entrar detalladamente en los puntos del acuerdo. Sin embargo, por lo dicho, fue suficiente para aclarar a Israel y a los palestinos que ambos deben llegar a conciliaciones sobre parte de sus principios y que EE.UU no aceptará un estancamiento continuo. En su discurso se entrevió un tono conciliatorio hacia Israel, posiblemente influenciado por la intención del presidente de presentarse a la reelección. Así, por ejemplo, en la apertura recalcó que el conflicto árabe-israelí fue aprovechado por los dirigentes árabes para desviar la atención de las masas sobre los verdaderos problemas en pro del odio a Israel. Así, desechó la postura que sostenían varios miembros de su gabinete al principio de su mandato, según la cual el conflicto israelí-árabe y especialmente el conflicto israelí-palestino, es una de las causas principales y fundamentales de la falta de estabilidad y la ola de violencia islámica que recrudece en Oriente Medio.

Obama también dio a entender que EE.UU actuará contra la ola de intransigencia religiosa si ésta aparece como resultado de los levantamientos en el mundo árabe. Este aforismo está destinado a esclarecer que partidos y organizaciones musulmanas que estaban prohibidas hasta el momento en numerosos países árabes como Egipto y Túnez se enfrentarán con la oposición norteamericana si no adoptan una línea política moderada y tolerante.

Indudablemente, la parte que se ocupó del conflicto israelí-palestino fue una de las más importantes en el discurso. Pero el núcleo del mismo aludió en principio a los pueblos del Oriente Medio y Africa del Norte y sus gobiernos. El presidente quiso dejar en claro que EE.UU es fiel a sus valores. Por ello, los asistirá espiritualmente y en la práctica, incluyendo un extenso programa de ayuda financiera internacional que permita desarrollar la actual etapa de transición en el camino hacia la democracia, la libertad real y la prosperidad económica.

A los dirigentes tradicionales de Oriente Medio, aquellos adheridos por la fuerza coercitiva a sus sillas, les envió un mensaje claro: o realizan reformas de envergadura o ayudaremos a sus pueblos a derrocarlos.

Esto es lo que dijo el presidente norteamericano en forma directa cuando presentó un ultimátum al presidente de Siria: Debes llevar a cabo reformas significativas; si no lo haces, apoyaremos la petición masiva del pueblo a derrocarte.

Ahora resta verificar que efecto tendrá el discurso sobre el pueblo árabe y si logrará restablecer la confianza de EE.UU y su posición últimamente debilitada en la región.

Fuente: Yediot Aharonot - 20.5.11
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il