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La Plaza Tahrir también nos liberará

Entre los palestinos ya hay evidencias que existe inclinación a favorecer la diplomacia en oposición a la lucha armada. El triunfo de la lucha no-violenta en Egipto probablemente habrá de convertir esta tendencia cada vez mayor en un fenómeno de masas.

El pueblo egipcio salió victorioso. Hasta aquí, ese es el único hecho claro. Nadie sabe hacia dónde conducirá a Egipto este triunfo: ¿Habrá de surgir un régimen militar? ¿Habrá de tomar forma un gobierno islámico? ¿O un tipo de democracia egipcia "sui generis"? ¿O una mera anarquía?

Uno puede especular, pero en este momento, tales especulaciones no son más que vagas ideas. Como tal, es más lógico afrontar lo ya acontecido que lo que irá a acontecer en el futuro. O, para ser más precisos, deberíamos preguntarnos: ¿Cómo fue que pasó esto?

¿Cómo fue que el régimen más poderoso de Oriente Medio - basado en la fuerza y la opresión, y en un ejército que gozaba de la ayuda estadounidense, en una proporción 10 veces mayor de lo que recibía India - se ha rendido sin luchar? ¿Cómo se derrumbó sin siquiera disparar un tiro?

El derrocado presidente Hosni Mubarak envió tanques al corazón de El Cairo, pero ni siquiera pudo hacer uso de ellos. En cambio, los manifestantes sí supieron utilizarlos, trepando arriba de ellos y durmiendo a lo largo de sus torretas. La fuerza principal de los manifestantes estuvo en su número. Todas las manifestaciones que terminaron con la caída de los regímenes comunistas en Europa del Este no llegan a sumar, en conjunto, el número de los que salieron a las calles en Egipto en un solo día. Y algo que resulta aún más impresionante que el simple número de manifestantes es la táctica política que emplearon.

Ellos la definen como "salamiya"- basada en la palabra árabe "paz", puede traducirse aproximadamente como "no violencia". Con la ayuda de un millón de manifestantes se puede hacer cualquier cosa: Incendiar una estación de televisión y varios edificios gubernamentales; saquear barrios ricos; pisotear a los abominados vigilantes. Pero en Egipto, nada de esto ocurrió. La regla de la no violencia se mantuvo escrupulosamente. A juzgar por lo que se está transmitiendo en los canales de televisión en lengua árabe, esta regla ha logrado permearse por todo el mundo árabe.

Quienes protestan en Jordania, Qatar, Yemen y Túnez, declaran más o menos lo mismo, alabando a Egipto por haber sido capaz de derrocar a una dictadura por medios pacíficos. Es difícil subestimar la importancia de este mensaje. En primer lugar, ejerce una clara influencia sobre el resto del mundo árabe; más concretamente, repercute sobre los palestinos. Los partidarios de Hamás también han celebrado la revolución egipcia en las calles de Gaza, pero no es del todo cierto que tengan algo de lo cual alegrarse. Lo que acaba de ocurrir en el país vecino demuestra que la táctica de Hamás de "lucha armada" no sólo es inmoral, sino también ineficaz.

Los manifestantes en Egipto han comprendido que el terror - como en el asesinato del presidente Anwar Sadat, en 1981 - puede resultar atractivo para los instintos machistas, pero es malo para una revolución. La arrolladora y sorpresiva victoria de las tácticas pacíficas utilizadas allí probablemente influya en los palestinos. Y mientras eso podría resultar una mala noticia para Israel - es decir, para el Gobierno de Israel -, es, en cambio, una buena noticia para los israelíes.

Es una mala noticia para el Gobierno que considera que el mantenimiento de la ocupación y el control sobre millones de palestinos por medio de la superioridad militar y de inteligencia es una opción viable. Una creencia que habrá de ser válida mientras los palestinos decidan oponerse a la ocupación mediante la lucha armada, principalmente. Sin embargo, es posible que la oposición no-violenta vuelva impotente la fuerza militar israelí.

Entre los palestinos, ya hay evidencias que existe inclinación hacia el favorecimiento de la diplomacia, en oposición a la lucha armada. El triunfo de la lucha no-violenta en Egipto probablemente habrá de convertir esta tendencia cada vez mayor en un fenómeno de masas.

Esa es una muy buena noticia para los israelíes que creen que el conflicto puede llegar a su fin sin una guerra apocalíptica. La rapidez con la que la rebelión no violenta ha derrocado al régimen egipcio puede enseñarnos algo más: el conflicto y la ocupación puede concluir mucho más rápidamente de lo que nadie se imagina.

La Plaza Tahrir también nos liberará a nosotros.

Fuente: Haaretz - 21.2.11
Traducción: www.argentina.co.il