La mayoría de los judíos están a favor del solemne “juramento de lealtad". Yo pertenezco a aquellos que se oponen, pero puedo entender la razón por la cual muchos de los judíos que aspiran a una igualdad civil plena terminan apoyando dicho juramento. En mi opinión, los líderes de la minoría árabe en Israel tienen parte de la culpa.
El juramento de lealtad es una especie de “respuesta judía adecuada” a la diputada de la Knéset Hanín Zoabi, que participó en la flotilla, Azmi Bishara, el Movimiento Islámico, y los “documentos de identidad” elaborados por el liderazgo árabe israelí. Aquellas organizaciones que se perciben como un desafío al carácter judío del Estado, tuvieron como reacción el énfasis exagerado de este carácter.Trataré de expresar el pensamiento del judío promedio: Israel está en conflicto con la mayoría de los estados árabes. Los habitantes de dichos estados, ciudadanos árabes, se sienten estrechamente vinculados a sus compañeros en los territorios ocupados y en la diáspora palestina. Ellos forman parte de la gran nación árabe, que aún debe decidir sobre el sentido de este vínculo íntimo que une sus diversas partes.
Dicho vínculo no es consensual, y tampoco lo es entre los intelectuales árabes de Israel. Por ejemplo, el ex parlamentario sospechoso fugado, Dr. Azmi Bishara, admitió que el “pueblo palestino” es, en gran medida, una invención destinada a adaptar las exigencias de los residentes árabes de Israel al lenguaje general de costumbre, a pesar de que, en efecto, él no sea más que un "sirio del sur".
¿Entonces, por qué los "sirios del sur" tienen derecho a participar en el discurso acerca de la identidad del Estado, y qué tipo de derechos pueden reclamar los partidarios del Movimiento Islámico al considerar el mundo de todos los fieles como una sola región política?
Conveniente silencio
Esta región es pobre e iracunda; gobernada por regímenes dictatoriales, oprime a las minorías, y muestra su desprecio por los derechos humanos. Su celo religioso es irrefrenable y vive soportando multitud de conflictos étnicos y religiosos. El antisemitismo es muy frecuente en todas partes. En los últimos años, hemos sido testigos de horribles ejemplos que revelan la actitud de las sociedades árabes y musulmanes hacia los que no son árabes, o hacia quienes simplemente no les gustan otros árabes y musulmanes: Irán, Mauritania, Sudán, Irak y Afganistán. Las relaciones entre los propios palestinos también suele provocar el miedo entre los judíos.
Mientras tanto, el mundo árabe y musulmán incluyen entre sus filas intelectuales que carecen de capacidad de autocrítica; culpan a todos por el lamentable estado de la región, a excepción de los nativos y de las culturas que han creado.
Los árabes israelíes tienden a preguntar: ¿Qué tiene que ver todo esto con nosotros? Y el judío promedio - como,en general, todos los judíos tienden a hacer - responde con otra pregunta: ¿Es posible que los ciudadanos árabes de Israel, apenas una pequeña parte de la gran nación árabe, sean totalmente diferentes de sus hermanos en lo que respecta a humor, cultura y actitud democrática?
El judío promedio se hace además algunas otras preguntas: Nuestros ciudadanos árabes exigen que Israel se comporte con ellos según el más noble de los criterios humanos, mientras que, al mismo tiempo, ellos apenas si critican algo de las injusticias habituales en el mundo árabe. Estos ciudadanos árabes no tienen nada que decir sobre la actitud hacia la minoría copta en Egipto; o sobre la actitud hacia los chiítas en los soleados estados del Golfo; o acerca de la tiranía alawita en Siria.
Si no están dispuestos a criticar a sus compañeros árabes, piensa el judío promedio, esto quiere decir que sus valores no son diferentes de aquellos defendidos por su gente. No se puede asumir convenientemente dos papeles a la vez: Hacer exigencias en calidad de ciudadanos de Israel y, al mismo tiempo, asumir que se es ciudadano israelí involuntariamente y solidarizarse íntimamente con un mundo que desprecia a Israel y constituye el hogar de numerosos antisemitas declarados.
Y, por cierto, el judío promedio concluirá: Todavía falta una respuesta por parte de los árabes israelíes respecto del reciente discurso de Ahmadinejad en el Líbano, donde acusó directamente a los sionistas de ser responsables por el cambio climático.
Fuente: Yediot Aharonot - 29.10.10
Traducción: www.argentina.co.il