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Entre un ciudadano preocupado y un dirigente

Ahora que Hezbolá y Hamás se van conectando con Irán, también Abu Mazen tiene todos los motivos del mundo para ser un presidente preocupado. Este no es el momento de examinar si Netanyahu es capaz de prolongar la moratoria, sino de llegar a lo fundamental.

Comencemos diciendo que vivimos en una era donde no existen esos superlíderes que cambian el destino del mundo. No existe algo parecido a Churchill, Roosevelt, Kissinger, Ben Gurión, Sadat o Beguin. A raíz de ello nos gobiernan dirigentes fanáticos que destilan maldad; lo más importante para ellos no es precisamente la situación de su pueblo, sino su poder personal.

Continuemos con que no sólo los palestinos desaprovechan oportunidades, como dice ese aforismo al cual volvemos cada vez que podemos, sino que también nosotros los israelíes, perdemos bastantes. Además, en esta parte del mundo se desarrolla un proceso que no sólo debe preocupar a Israel, sino a todos los países islámicos moderados: el asimiento norteamericano en nuestra región es el más débil de estos últimos 20 años.

América de Obama, que recibió el Premio Nobel de la Paz sin conseguir paz, se desconecta paulatinamente de la zona, y el vacío creado invita a Irán que tarde o temprano será una potencia nuclear y el epicentro de la maldad ideológica.

Irán distribuye armas e ideología de todo tipo a los socios del eje de maldad que va estableciendo en la zona, a Hezbolá, que domina Líbano, a Irák (único país que lanzó 40 misiles Skud a Israel), que se desliga del ejército norteamericano y podría convertirse con el tiempo en una país chiíta radical. No olvidemos a la Hermandad Musulmana en Egipto, que podría levantar cabeza cuando Mubarak ya no esté. Ni hablemos ya de la influencia fanática de la Turquía de Erdo?an, que está en camino de perder la orientación secular de Atatürk. Y por supuesto Hamás, que constituye una parte significativa del pueblo palestino con quien supuestamente tenemos que hacer las paces. Todo esto no es solamente nuestra preocupación, es también la de los palestinos.

Netanyahu, que se autodefinió en la oposición como un ciudadano preocupado, debe ser ahora un primer ministro preocupado. No por casualidad visitó a Mubarak y además se reunió con el Rey de Jordania. Él les transmite mensajes acerca de los peligros de la formación de un frente oriental. Los tres últimos acontecimientos - los misiles Grad en Áqaba y en Eilat, en Ashkelón y Sderot, y los disparos en la frontera con Líbano - deben alertar no sólo a Israel, sino también a los palestinos y a Jordania, cuya larga frontera con Irak ya era problemática desde la época de Saddam Hussein. Una gran parte de la población jordana es palestina, y el temor a que en ese vacío resultante se introduzca un brazo del eje de maldad, produce tensión y nerviosismo en Ammán. 

Bibi recibe informes sobre el equipamiento bélico de Hezbolá y Hamás a corto, mediano y largo plazo. Así como Abdullah desea arreglos de seguridad en las fronteras fijas estipuladas entre nosotros y los palestinos, también Bibi anhela arreglos de seguridad temporarios en lo que considera una amenaza en el frente oriental.

Netanyahu aspira llegar a un convenio a condición de que los palestinos acepten los acuerdos de seguridad en la frontera oriental, por lo menos durante los primeros años posteriores a la firma del mismo. También en el tratado de paz entre Egipto e Israel, se fijó una gradual evacuación de algunos años en la Penísula de Sinaí. Nadie murió por eso.

Netanyahu hizo partícipe de sus preocupaciones a Obama ante el temor de que se ocupen de nimiedades. Sería una tontería si los palestinos postergan la apertura de las conversaciones directas hasta después del 26 de septiembre sólo para comprobar si Israel continúa con la moratoria en los asentamientos. Si todo depende del congelamiento de la construcción en Cisjordania, será una lástima. Bibi ya demostró que es el pimer mandatario desde 1967 que tuvo la fuerza de paralizar por diez meses la edificación en los territorios. De aquí en más, hay que ocuparse sólo de asuntos importantes.

Esta es la primera vez que la mayoría de los países árabes moderados de la Liga Árabe, dieron luz verde a los palestinos para negociar en tratativas directas con Israel, añares desde los días de "los tres No" de Jartum (no a la paz, no al reconocimiento y no a las negociaciones). Dado que el tiempo no actúa a favor de ninguna de ambas partes, es importante comenzar las conversaciones desde el punto en que se interrumpieron con Olmert; concentrase desde su inicio en los asuntos que se puedan acordar antes de que el eje de mal ponga al descubierto sus fauces.

Ahora que Hamás se va conectando paulatinamente con Irán, también Abu Mazen tiene todos los motivos del mundo para ser un presidente preocupado. Este no es el momento de examinar si Bibi es capaz de prolongar el congelamiento, sino de llegar a lo fundamental.

Llegó el turno de los palestinos de demostrar que son capaces de hablar de paz en conversaciones directas.

¡Abu Mazen, siéntate de una vez en la mesa de debates!

Fuente: Haaretz - 8.8.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il