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Si esto no termina, no habrá paz


La niñez palestina tiene todo el sentido que le den los líderes de su pueblo. Ellos no tienen derecho a envenenar sus mentes y corazones con odio. Mientras el mensaje sea el de demonización del vecino israelí como responsable de todos sus pesares, nada tendrá sentido.

En la compleja agenda israelí-palestina, hay pasos claves que ambas partes tienen que dar para hacer posible un acuerdo.

No podrá haber un acuerdo firme si Israel no se retirada de gran parte de Cisjordania, donde deberá ser creado el Estado palestino, ni tampoco si no se halla una solución al tema de los asentamientos, entre otros puntos conflictivos.

Si bien Israel fue atacado en varias oportunidades, ya desde su propia fundación, cuando no había territorios ocupados - Cisjordania estaba en manos de Jordania y la Franja de Gaza en manos de Egipto - y por ende tampoco había asentamientos, hoy éstos se han convertido en un símbolo del conflicto para el que debe encontrarse una fórmula inteligente que lidie adecuadamente con el tema.

Del lado palestino, debe estar claro que no podrá llegarse a la paz y seguridad mientras continúe existiendo la amenaza del terrorismo y mientras los gobernantes y líderes palestinos prometan a su pueblo lo que saben que nunca se podrá concretar; por ejemplo, el "derecho al retorno", una frase con la que el mundo árabe hace referencia a la necesidad de que aquellos palestinos que abandonaron sus casas al estallar la guerra de 1948, con la creación de Israel, puedan volver a ellas, aunque se encuentran en el territorio de lo que es hoy el Estado soberano de Israel. Eso es algo que tampoco la izquierda sionista israelí acepta, ya que equivaldría a un suicidio nacional.

De no ser por el ataque árabe al entonces naciente Israel en 1948, no habría habido problema de refugiados. Y si hubiesen aceptado la recomendación de la ONU de repartir la tierra y construir en ella "un estado judío y otro árabe", en mayo último no sólo Israel sino también los palestinos árabes habrían celebrado su 62º aniversario de independencia.

Mucha agua corrió bajo el puente desde entonces y los problemas se han complicado más todavía.

Pero más allá de posturas en temas políticos puntuales, hay algo de fondo que debe cambiar del lado árabe, que a nuestro juicio perjudica, ante todo, a los propios palestinos.

Las retiradas de Israel pueden hacer posible un acuerdo firmado, pero sólo la disposición a vivir juntos, sin educación al odio, hará posible la paz. No se trata sólo de un acuerdo formal; es mucho más que un acuerdo o que un simple papel.

Volvimos a pensar en eso, con preocupación, al mirar esta semana una filmación del famoso canal YouTube, que ha hecho furor en el mundo árabe. Un coro de niños, que parece haberse convertido en estrellas en la zona, aparece primero jugando, trabajando la tierra y divirtiéndose. Pero luego, cuando empiezan a cantar, a pesar de sus hermosos rostros y sus dulces voces, se nos hiela la sangre.

"Cuando muramos como mártires, iremos  al paraíso", comienza diciendo una niña de cabello castaño, ojos grandes y expresión suave. "No, no digan que somos jóvenes, la vida nos ha convertido ya en adultos", agrega. Y luego, el "estribillo": "Sin Palestina ¿qué sentido tiene la niñez? Aunque nos den el mundo entero, nada nos hará olvidarla, no. Mi tierra y mi sangre son para ella. Sin Palestina ¿qué sentido tiene la niñez?".

Mientras miraba la filmación, me embargaba por dentro una mezcla imponente de furia y dolor. ¿Dónde están los adultos, los padres, que permiten ésto? - me pregunté. Y justo allí, en medio de esos pensamientos sobre la educación al odio y al fanatismo, aparece en pantalla un adulto, micrófono en mano:

"Niños, ustedes han cumplido con vuestra obligación religiosa", canta el hombre. Y parafraseando la conocida clave de la fe islámica "No hay otro Dios que no sea Alá y Mahoma es su Profeta", dice: "No hay otro Dios que no sea Alá y el mártir es el favorito de Alá".

Claro que con palabras envenenadas no basta. Los radicales islámicos que idearon el video, por las dudas, las acompañan con imágenes que difícilmente se borren de las pupilas de los niños, por más que sepan que ellos mismos están actuando. De fondo, otros niños hacen de soldados israelíes - todos tienen la cabeza cubierta con una kipá. A una orden de uno de ellos, con un leve movimiento de cabeza, los demás "cumplen", abren fuego y matan a dos niñas.

Ellas aparecen luego como envueltas en nubes, supuestamente en el Paraíso, con pedidos directos a Dios: "Ala , protege al Islam y a los musulmanes; protege a los niños de Palestina. Toma venganza por nosotros".

Eso no es por el bloqueo a Gaza, ni por los asentamientos, ni por tal o cual frontera, sino por la existencia misma de Israel.

"Sin Palestina ¿qué sentido tiene la niñez?", preguntaba retóricamente quien escribió la letra. Pues la niñez palestina tiene todo el sentido que le den los líderes de su pueblo. No tienen derecho a envenenar sus mentes y corazones con odio. Mientras el mensaje sea el de continua victimización, el de demonización del vecino israelí como responsable de todos sus pesares, nada tendrá sentido.

Si eso no cambia, Israel podrá retirarse hasta el fin del mundo, pero con eso no llegará la paz. Y el clamor en este sentido, debe salir del propio pueblo palestino, de las numerosas mentes cuerdas y corazones sanos que tiene su gente. Por la vida en paz, y por el equilibrio mental de sus hijos, a los que deben alejar de los fanáticos que quieren enseñarles a ser "mártires" en nombre de Alá.