Los gobiernos occidentales reclaman quitar el bloqueo y liberar a Gaza. La acción contra la flota sólo potenció esos reclamos. Esta es la oportunidad de Israel. En lugar de enfrentarse a la comunidad internacional, debe decirle: "Quieren a Gaza, llévensela".
El caso de la flotilla es una buena oportunidad para completar la desconexión israelí de la Franja de Gaza. Llegó el momento de cortar definitivamete lo que queda de la conquista, y dejar a ese "Hamastán" solo.
La experiencia de dominar a Gaza desde afuera, determinando el menú y la lista de almacén de sus habitantes, constituye una grave mancha moral para Israel y agrava su aislamiento internacional.
Todo israelí debe avergonzarse de la lista de mercancías del ministerio de Seguridad, que permite introducir en Gaza canela y baldes de plástico, pero no plantas y condimentos. Llegó el momento de encontrar misiones más educativas para los oficiales y empleados responsables de actualizar dicha lista.
¿Cómo se llevará a cabo? Israel informará a la comunidad internacional que se deshace de toda responsabilidad sobre los habitantes de Gaza y su bienestar. Los pasos fronterizos se cerrarán totalmente; Gaza se preocupará de recibir comestibles y servicios médicos a través de su frontera con Egipto o por vía marítima.
Se fijará una fecha límite para separar las redes de agua y electricidad; se anularán todos los acuerdos aduaneros y el shékel dejará de ser allí la moneda legal. ¡Que impriman dinero palestino con la imagen del jeque Ahmed Yassín!
Israel aclarará que hará uso de su derecho de autodefensa y revisará cargamentos sospechosos en altamar para impedir el contrabando de armas. Así acostumbran a accionar las potencias occidentales, que realizan búsquedas de accesorios de armas nucleares y misiles en buques mercantes.
Y si llegan a disparar desde Gaza contra nosotros, responderemos hasta las últimas consecuencias. Ya demostramos que es posible.
Esta realidad tiene precedentes. Hasta la firma del acuerdo de paz con Egipto, todas las fronteras de Israel estaban cerradas. El comercio exterior israelí se efectuaba a través de los puertos marítimos o por medio de aviones de carga. Aún hoy el movimiento comercial en las fronteras terrestres es insignificante. No es grato, pero es legal. Un país soberano es dueño de cerrar sus fronteras; especialmente cuando sus vecinos son hostiles y enemigos. La situación en la que una frontera esté abierta a intervalos, acorde a un raciocinio arbitrario, no es aceptada actualmente en el mundo y es considerada como una agresión insoportable hacia la población civil del lado que permanece cerrado.
Ariel Sharón decidió replegarse de la Franja hacia la Línea Verde, y esperaba así recibir el reconocimiento internacional al finalizar la conquista. Pero Israel no logró desconectarse realmente. Aún antes de que Hamás se apoderara de Gaza, Israel insistió en controlar las entradas y salidas de la Franja. Y luego de que Hamás ganara las elecciones palestinas, y Guilad Shalit fuera secuestrado, el cierre y el control se reforzaron. Como si Israel se hubiese arrepentido a último momento de la desconexión y quisiera guardar en sus manos algo más; otro pedacito de la Gaza odiada.
Actualmente, el bloqueo de Gaza tiene un designio estratégico cuadrangular: Obligar a los palestinos a una reunificación entre la Franja y Cisjordania en manos de un liderazgo amistoso con Israel; presionar a Hamás para amenguar los lanzamientos de misiles y atentados terroristas contra Israel; cuidar la apariencia como si la Autoridad Palestina de Mahmud Abbás y Salam Fayyad fuera el soberano legal en Gaza, y evitar roces con Egipto, que teme la apertura de su frontera con los palestinos.
Analizando los resultados, esta política recibe como clasificación, insuficiente. Es cierto que la cooperación estratégica con Egipto se estrechó, y que Hamás se controla un poco más desde la operación "Plomo Fundido", pero su régimen no se debilitó. Abbás y Fayyad no ejercen su autoridad en Gaza.
Al los israelíes nos cuentan que la prohibición del condimentos y similares es para "ayudar a Guilad Shalit". Recordar el nombre del prisionero, que se pudre en la cárcel de Hamás, evita cualquier debate serio sobre la política preferencial hacia Gaza. Se trata de una expresión de falta de liderazgo y de populismo.
El gobierno se oculta detrás Shalit y de su familia, que gozan con justicia del amor del pueblo, en lugar de buscar una alternativa a la situación reinante.
Quienes se oponen a la existencia de Israel continuarán luchando contra él aún cuando se desentienda de los vestigios de responsabilidad hacia Gaza. Ninguna desconexión los convencerá de cambiar de estrategia . Pero ellos no son el principal punto de referencia de la política israelí, sino los gobiernos occidentales, de quienes Israel necesita su apoyo y con los cuales mantiene relaciones diplomáticas y económicas.
Y esos gobiernos occidentales le dicen: quita el bloqueo y libera a Gaza. La frustrante acción contra la flota de ayuda sólo potenció esos reclamos.
Esta es la oportunidad de Israel. En lugar de enfrentarse a la comunidad internacional debe decirle: "Quieren a Gaza, llévensela".
Fuente: Haaretz - 3.6.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il