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La alarma de Hezbolá

Hassan NasrallahA diferencia de lo que estamos acostumbrados, estos días llegan buenas noticias desde Beirut: Después de reunirse con líderes libaneses, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, afirmó ante los medios de comunicación, que está «muy preocupado por la capacidad militar de Hezbolá y la falta de progreso en la política de desarme». «Todo ese armamento fuera de control del legítimo Gobierno libanés, no puede ser aceptable», agregó.

Creo que llegó la hora de que alguien le aclare la situación a los libaneses.

La reacción del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, se podia esperar. «Estamos muy contentos por su intranquilidad», dijo dirigiéndose al secretario general. «Nosotros aspiramos a que ustedes, EE.UU e Israel estén muy preocupados. Hezbolá no renunciará a sus armas».

Nasrallah sabe muy bien que estamos nerviosos, y que nuestra intención es hacer algo al respecto.

Los armamentos a los cuales se refiere el líder de la organización fundamentalista, son decenas de miles de cohetes balísticos, además de armas modernas de todo tipo que le fueron entregadas a Hezbolá en los últimos años por Irán y enviadas a Líbano a través de Siria, y que no se encuentran en poder del Gobierno libanés. Los misiles fueron dispersados por todo Líbano y apuntan hacia Israel. Su alcance cubre todo el territorio del Estado judío. Se trata de armas terroristas en manos de una organización terrorista.

Desde el punto de vista del secretario general de la ONU, dicha situación no es aceptable. Para Israel, en cambio, así como para cualquier otro país que enfrenta una amenaza similar, es intolerable.

La amenaza de los cohetes de Hezbolá aumenta año tras año; se trata de una bomba de tiempo que puede desestabilizar a Oriente Medio además de violar la soberanía libanesa. Los habitantes de Líbano no deben olvidar que ello también representa un peligro a la existencia física de su país. Los misiles de Hezbolá fueron desplegados intencionalmente por todo el país y han sido deliberadamente colocados en medio de centros de población civil, cerca de escuelas, mezquitas y hospitales. Ellos serán disparados contra Israel cada vez Nassrallah así lo decida, o reciba una orden de Teherán, ya que Hezbolá es el escudo protector de las ambiciones nucleares de Irán.

Al igual que el despliegue de misiles soviéticos en Cuba en 1962, que provocó la crisis con EE.UU y su confinamiento de la isla, así los cohetes de Hezbolá tendrán que ser removidos de Líbano. Ese momento llegará tarde o temprano si es que no son desmantelados con antelación por voluntad propia. El resultado conducirá a una gran destrucción en Líbano. Los misiles de Hezbolá son una invitación a la destrucción y el suicidio del tan castigado país.

Sin embargo, es claro que el gobierno libanés y su ejército no son capaces de proteger los intereses nacionales del Estado y no pueden obligar a Hezbolá a deshacerse de sus misiles. Es por ello que el reloj de la bomba de tiempo sigue marchando.

Para todo el mundo es preferible que la desmantelación de los misiles de Hezbolá en Líbano se consiga mediante acciones diplomáticas y no a través de operaciones militares. Se debe alentar y apoyar al Gobierno libanés a que se afirme en sus derechos soberanos en todo Líbano y ordene a Hezbolá a retirar los cohetes. Toda ayuda necesaria para ello deberá ser otorgada. La comunidad internacional tiene que dejar en claro que el despliegue de esos misiles constituye una violación de la soberanía libanesa y un verdadero peligro para la paz en la zona.

La conspiración silenciosa sobre los cohetes de Hezbolá en Líbano ya se prolonga demasiado tiempo. La declaración del secretario general de la ONU llegó en el momento oportuno. Dicho asunto debe ser tratado en el Consejo de Seguridad. EE.UU y los países de Europa están obligados a tomar las medidas diplomáticas necesarias. Ban Ki-moon por fin hizo sonar la alarma.

Mejor tarde que nunca.

Fuente: Haaretz - 27.1.12
Traducción: www.israelenlinea.com

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