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Enemigo 1

La aprobación de una resolución en el Parlamento egipcio que exige al Gobierno la revisión de los acuerdos con Israel ha desatado las alarmas de los que ven en los nuevos representantes islamistas egipcios una amenaza para el status quo de la región.

A pesar de los cambios, Egipto continúa siendo un mediador importante en el conflicto entre árabes e israelíes y el rechazo del Parlamento al Estado hebreo, advierten los analistas, también tiene una lectura interna.

En plena crisis con Estados Unidos por el caso de las ONG extranjeras - que ha llevado las relaciones entre ambos países a su punto más bajo en décadas - el Parlamento egipcio califica ahora a Israel como el «enemigo número uno» de la nación y exige la retirada del embajador de Tel Aviv de El Cairo.

Egipto fue precisamente el primer firmante de un tratado de paz con Israel y, según los acuerdos de Camp David, el Ejército egipcio recibe cada año 1.300 millones de dólares para mantener esa estabilidad.

En la región es común la opinión de que el marco legal de Camp David y el triángulo EE UU-Israel-Egipto ha ayudado a imponer la postura hebrea en la zona, en detrimento de los derechos de los palestinos.

El Parlamento egipcio, dominado en un 70% por islamistas, sugirió que habría que poner fin a esa ayuda millonaria, que coarta la independencia del país.

Washington ya había amenazado antes con cerrar la canilla si no se respetaban los derechos humanos en el caso de las ONG, que afecta a 19 estadounidenses.

El pulso de los diputados a la junta militar con esta iniciativa es evidente, especialmente ahora que la Cámara de Representantes exige al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que le permita formar un Gobierno que emane del hemiciclo y que sustituya al Ejecutivo interino impuesto por el Ejército tras el derrocamiento de Hosni Mubarak. La junta militar se niega, por ahora.

Pero tanto el asunto de la ayuda como el de los acuerdos con Israel podría ser simplemente un «mensaje enviado a los votantes», según señala el analista Yusri Azzabewy, del Centro Al Ahram de Estudios Estratégicos y Políticos.

«Los islamistas, para reafirmar a sus votantes, quieren hacer ver que van a cambiar todo, las relaciones con Israel, con los países del Golfo, con Irán, pero es puro populismo, solo hablan para los medios de comunicación y sus bases. El día que estén en el Gobierno no lo harán», puntualizó el experto.

El nuevo Parlamento, controlado por los Hermanos Musulmanes y por los salafistas de Al-Nur, «tiene una actitud difícil», reconoce Azzabewy, «y está planteando problema tras problema para muchos sectores, por las salidas de tono que se escuchan en la Cámara baja».

Pero es complicado que la situación con los países vecinos cambie, porque el Ejército seguirá siendo un actor principal de la relación entre Israel y Egipto, «y eso no va a cambiar», añadió el analista.

Aun así, es indudable que una buena parte de la sociedad egipcia querría una nueva relación con Israel en la que se reconozcan los derechos de los palestinos, reconoce Azzabewy, «pero nadie quiere una nueva guerra, eso está muy claro».

Esperemos que tenga razón.

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