Uno de los malentendidos más perniciosos en Occidente con respecto a los iraníes es que son adustos fanáticos religiosos. Aproximadamente la mitad de los iraníes tiene menos de 25 años de edad, al tiempo que Irán ha logrado un sólido desempeño para elevar los niveles educativos. Quedé asombrado en mi viaje de 2.700 kilómetros a través de Irán por el número de ellos que comparte valores estadounidenses, que buscan diversión en vez de fanatismo. Dan la impresión de estar menos interesados en las mezquitas que en parques de diversiones (los cuales son ubicuos en Irán).
«Los jóvenes realmente no van a las mezquitas», dijo un hombre de 23 años en el oriente de Irán, exagerando animadamente. «Nosotros queremos más formas de divertirnos».
Dijo que bebe - el alcohol es ilegal pero está por todas partes - y, hasta hace poco, usó drogas. Oficiales iraníes han sugerido que quizá 10% de la población consume drogas ilegales, tradicionalmente opio y heroína pero también metanfetaminas con frecuencia cada vez mayor.
Este hombre se había sumado a las protestas por la democracia en 2009, pero después, dijo, fue detenido y golpeado durante varios días, perdiendo un diente en el proceso. Eso lo dejó con mal sabor de boca con respecto al activismo político y, como muchos otros, ahora él solo quiere irse al extranjero.
En el noroeste, esa sensación de desesperanza ha llevado a algunos jóvenes iraníes de origen turco a favorecer la secesión y unión con Azerbaiyán. En partidos de fútbol en Tabriz, los hinchas a veces escandalizan a las autoridades rugiendo lemas secesionistas.
No se creería que es posible hacer que un neoyorquino se sonroje en Teherán, pero me tomó por sorpresa el ambiente de ligue para parejas por una noche: hombres jóvenes con llamativos automóviles van en busca de mujeres, de conversar con ellas y después llevárselas con ellos. También hay prostitución, y el ex jefe de policía de Teherán fue arrestado en el 2008 en un burdel junto con seis prostitutas.
Recuerden que Irán es la patria no solo de severos ayatolás sino también del hedonismo romántico de «La Rubaiyat de Omar Khayyam». En la traducción de versos de Richard Le Gallienne: «Acaso Dios puso a crecer a las uvas, piensas / Y al mismo tiempo hizo que fuera pecado beber?».
En los años setenta, descontentos jóvenes iraníes se rebelaron en contra de un régimen corrupto y seglar, acogiendo una forma ascética del islam. Ahora se están rebelando en contra de un corrupto régimen religioso acogiendo la libertad personal; en algunos casos, incluso sexo, drogas y rocanrol.
Además, con frecuencia ven con calidez a Estados Unidos, lo cual es desconcertante. En Pakistán, Afganistán y Egipto, los estadounidenses distribuimos miles de millones de dólares en ayuda y con frecuencia nos odian. Vengo a Irán, ¡y la gente me da regalos! Esta joven cultura de Irán recibe la influencia de internet - dos tercios de los hogares iraníes tienen computadoras - y de la televisión satelital, que está prohibida pero es generalizada. Una encuesta telefónica de BBG/Gallup, conducida en marzo, arrojó que un tercio de los iraníes reconocía que había visto televisión satelital la semana anterior, en tanto el número real pudiera ser mucho más alto.
«El efecto de la televisión satelital es muy grande», destacó una joven mujer que dijo haberse horrorizado al principio, cuando vio a otras mujeres musulmanas en Turquía usando bikini, pero gradualmente decidió que había más de una sola manera de vivir.
La policía lleva a cabo redadas para confiscar antenas parabólicas y puede multar a los propietarios de viviendas con hasta 400 dólares por tenerlas, pero no son muy eficientes.
«Si reconoces que es la policía quitando las antenas, tan solo no respondes a la puerta», dijo el propietario de una tienda en Gorgan. «Así que solo toman la antena parabólica y se marchan» sin aplicar la multa.
Abundan la música, vídeos y videojuegos piratas. Actualmente un juego popular - pero prohibido - es Battlefield 3, en el cual fuerzas militares de Estados Unidos atacan por sorpresa a Teherán. En una de las casas por donde estuve de visita, los niños estaban jugando Grand Theft Auto.
Estos jóvenes son el futuro de Irán, y pueden ser nuestros aliados. Pero si bien tenemos una estrategia en negociaciones nucleares, no estoy seguro de que en Occidente tengamos una estrategia para Irán en sí.
Legisladores occidentales consideran que Irán es fanático, de la misma manera que veían a China en los sesenta. En esa época se hablaba de una opción militar en contra de China, y si hubiéramos seguido esa ruta, Beijing pudiera seguir siendo gobernado por maoístas: una versión mayor de Norcorea.
Mi viaje a través de Irán me deja convencido de que también llegará el cambio a este lugar, si tan solo tenemos la paciencia para no alterar a las fuerzas subterráneas en proceso: creciente educación, clase media en crecimiento, frustración económica en aumento y erosión del monopolio del gobierno sobre la información. Mi corazonada es que si no hay guerra entre Irán y Occidente - lo cual probablemente fortalecería al régimen -, a la línea dura le irá como a Mao, e Irán terminará pareciéndose un poco a Turquía.
Pienso en un joven hombre al que conocí, quien dijo melancólicamente: «Es normal que un muchacho y una muchacha quieran pasar tiempo juntos. ¿Qué hay de malo con eso?».
Los románticos están de nuestro lado y superan por mucho a los fanáticos. Nosotros deberíamos apostarles a ellos, no a las bombas, como agentes del cambio.
Fuente: The New York Times