Uno de los aproximadamente 90 cohetes - hasta ahora - disparados desde Gaza hacia Israel esta semana alcanzó una cooperativa avícola, dejando en estado crítico a dos trabajadores tailandeses, peones inocentes en un juego mortal de política arriesgada.
Si hubiera matado a algunos niños en esa localidad israelí para la que trabajaban, probablemente Israel y Gaza estarían ya inmersos en una nueva guerra.
Hamás, la organización terrorista que controla la franja, sabe lo delgada que es la línea que pisa cuando dispara cohetes contra Israel: puede que exploten en un campo y sólo atraigan unos pocos ataques aéreos dirigidos; o puede que alcancen una guardería e Israel bombardee el enclave palestino como hizo a fines de 2008.
Desde entonces, existe un conflicto esporádico de baja intensidad con sus propios códigos y normas, que en ocasiones parece incluso coreografiado por la previsibilidad del ataque, el contraataque, la escalada, el enfriamiento y la tregua.
Lo que fue menos predecible en esta ocasión es que Hamás, que trató de reducir el número de ataques, lanzase una de sus mayores bombardeos de cohetes apenas un día después de que el emir de Qatar llevase a cabo una visita histórica, celebrada con entusiasmo en Gaza como si fuera el final de casi seis años de aislamiento.
El emir prooccidental de Qatar, que no es ningún integrista amante de las armas, fue el primer jefe de Estado que llegó a la franja desde que Hamás se hizo con el control del territorio en 2007. Además, donó 400 millones de dólares para diferentes emprendimientos.
Esto podría haber supuesto una pausa para reflexionar en un territorio que apenas tiene 40 km de largo y 11 de ancho a lo largo del Mediterráneo, entre Israel y Egipto.
En lugar de ello, una lluvia de cohetes de Hamás envió corriendo a los refugios a los israelíes de poblaciones y ciudades del sur del país. La organización terrorista colgó un vídeo de lanzadores múltiples de misiles disparando contra Israel al que prometió expulsar.
Los analistas creen que Qatar, que está construyendo un papel de liderazgo en el mundo musulmán sunita y quiere extender su influencia más allá del Golfo Pérsico, espera domar a Hamás, que se reconcilie con el Al Fatah de Mahmud Abbás, que tiene el apoyo occidental, y quizá progresar en las negociaciones de paz en Oriente Medio.
No le va a ser fácil: Abbás reconoce a Israel y Hamás no; las grandes potencias no hablan con Hamás; Abbás no habla con Israel desde hace dos años. El proceso de paz está en coma.
Pero la monarquía del Golfo, rica en gas, tiene mucho dinero, y Hamás dice que le sobra el tiempo y la energía para un juego a largo plazo. En contraste, Abbás parece mostrar un aire de fatiga, tras años de fracasos con Israel.
Expertos en Oriente Medio dicen que Hamás pretende reemplazar a la deteriorada Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que encabeza Abbás, y dar un nuevo rostro al movimiento palestino: sobrio, incorruptible, islámico; apoyado por Egipto y Qatar, y capaz de hacer progresar la causa palestina mejor que la vieja guardia.
Quiere librarse de la etiqueta de «terrorista» que también lo margina de las conferencias internacionales, pero al mismo tiempo, mira nervioso por encima del hombro para no ser acusado de cobardía y traición por grupos yihadistas más radicales.
Hamás parece querer avanzar con cuidado hacia las condiciones establecidas por el Cuarteto, que exige el reconocimiento de Israel y la renuncia a la violencia. No pasará de un gran No a un gran Sí.; pero se está moviendo con sutileza; no quiere un Estado sólo en Gaza; pretende ser percibido como una autoridad moderna, sofisticada y civil.
Los dirigentes sunitas de Hamás dejaron este año sus cuarteles en el exilio sirio para acabar con sus embarazosos vínculos con el presidente Bashar al-Assad, cuyas tropas matan a sunitas sin piedad. Su liderazgo está en proceso de cambio, pero analistas creen que la facción de Gaza dirigida por el primer ministro Ismail Haniyeh triunfará sobre los líderes exiliados.
Si Haniyeh aflojó sus lazos con su respaldo chiíta, Irán - principal aliado de Assad - no se sabe. Israel dice que Teherán, descontento con Hamás por abandonar Damasco, canaliza ahora una mayor parte de su dinero y sus armas a la Yihad Islámica, rival de Hamás.
Hamás insinuó la idea de una tregua a largo plazo con Israel y un Estado palestino en las fronteras de la Guerra de los Seis Días de 1967, pero por el momento Israel no quiere saber nada con una organización terrorista que lanza 90 cohetes a sus ciudadanos en menos de una semana.
Sin embargo, el vecino Egipto está presidido ahora por el integrante de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, quien intervino recientemente para sugerir un alto el fuego tácito, que resultó a medias. Los Hermanos Musulmanes son el padre espiritual de Hamás.
Los Hermanos Musulmanes podrían trabajar como una fuerza importante para domar la retórica de Hamás en relación con el conflicto con Israel. Quien sabe si en unos años podríamos ver una iniciativa egipcia en la que Hamás estaría dispuesto a llegar a un entendimiento con el Estado hebreo.
Y mientras espera hasta que el equilibrio de poderes le favorezca, Hamás mantiene su programa social, cultural y religioso, así como el terrorismo sin querer llegar a una guerra.
Eso todo el tiempo que sus misiles estallen en espacios abiertos y no en un jardín de infantes israelí lleno de niños.
Pero dicen que la suerte es el pretexto de los fracasados.