Muchos analistas bien intencionados suelen preguntarse por qué no se oyen las voces de los musulmanes moderados que desean la convivencia pacífica con el resto del mundo y aceptan la legitimidad de voces discrepantes tanto en el islam como fuera de él.
Un reciente caso que ha tenido repercusiones en la prensa árabe e internacional puede explicar las razones de este silencio.
Hamed Abdel Samad, un especialista egipcio en estudios islámicos radicado en Alemania, fue invitado por un autodenominado «Movimiento Secular» en El Cairo para participar en un foro el 4 de junio dedicado al «fascismo islámico».
En su conferencia, Samad señaló que los orígenes del fascismo islámico están en el retorno de los musulmanes a La Meca (hace unos 1.500 años) cuando destruyeron todos los ídolos. Antes de eso, explicó, ellos habían aceptado el pluralismo religioso en Medina y consideraban a la diversidad de creencias como un hecho normal.
En respuesta a estos puntos de vista, Assem Abdel Maged, uno de los líderes del movimiento ultraconservador egipcio «Al Jamaa Al-Islamiya» y Mahmud Shabaan, un profesor de retórica de la Universidad Al Azhar declararon que Abdel Samad es un apóstata.
En un canal de televisión religioso, Shabaan acusó a Abdel Samad de haber sido un apóstata aún antes de haber hecho sus recientes declaraciones. «Él ha cuestionado sistemáticamente al islam y piensa que es una mala religión, una religión fascista. Debe ser castigado con la muerte».
El profesor de Al Azhar agregó: «Aún si se arrepiente por lo que dijo, debe ser ajusticiado. Su arrepentimiento quizás pueda ayudarlo en su otra vida, pero no debe escapar a la pena capital».
Abdel Samad dijo que la campaña contra él constituía una prueba de que el gobierno del presidente islamista de Egpto, Mohamed Morsi, estaba tratando de «imponer sus convicciones a la comunidad en nombre de Dios, sin tener en cuenta a la policía o al poder judicial.
Asimismo agregó que lo que sucede en Egipto es invasión cultural y terrorismo ideológico. Sin embargo, el autor de varios libros considerados blasfemos por los islamistas, solicitó protección al procurador general de ese país.
Abdel Damad insistió en que no pretendió insultar al islam con sus comentarios: «Puedo tener razón o estar equivocado, pero tengo el derecho de expresar libremente mis ideas. Quedé muy sorprendido cuando unos amigos me enviaron un video en el que se exigía mi muerte. Mahmud Shabaan dio a todo musulmán el derecho de matarme y recibí una cantidad de insultos y amenazas de jóvenes islamistas por Facebook y Twitter. Resulta muy irónico que un profesor universitario como Shabaan y un ex terrorista - Abdel Maged - tratan de defender al islam de la acusación de fascismo mientras actúan de manera fascista al pretender matar a alguien simplemente por sus ideas».
Abdel Maged, el ex terrorista del grupo islamista radical Al Jamaa Al-Islamiya, fue sentenciado a prisión en el pasado por participar en varios atentados.
En una entrevista con la revista alemana «Spiegel» (Espejo), Abdel Samad señaló que si bien hay muchas cosas criticables en el islam, la religión no debe ser demonizada. El islam, sostuvo en la misma entrevista, es como un medicamento que, tomado en una pequeña dosis, tiene un efecto curativo. Pero cuando el creyente encara cada situación de su vida con un enfoque dogmático, eso es peligroso. Abdel Samad dice que sueña con un islam liberal «sin sharía y sin ni yihad ni discriminación a la mujer. Por lo demás, admitió que no reza regularmente ni ayuna durante el mes de Ramadán. «No soy un creyente en ese sentido. Pero me siento musulmán. Es mi cultura».
La Fundación alemana Giordano Bruno, entre cuyos fines está la defensa del humanismo, solicitó a políticos alemanes, incluyendo a la canciller Ángela Merkel, a que presionen al presidente egipcio Mohammed Mursi para que detenga la campaña para asesinar a Abdel Samad, quien posee también nacionalidad alemana.
La editora de los libros de Samad en Alemania, Margit Ketterle de Munich, declaró que debido a las amenazas de muerte de que fue objeto, el autor resolvió esconderse. Por su parte , el comisionado de Derechos Humanos del gobierno alemán, Markus Löning, expresó indignación por las noticias diciendo que no hay nada que pueda justificar las amenazas de muerte y agregó que esperaba un claro rechazo de las amenazas por parte del gobierno de El Cairo.
Samad, de 41 años de edad, reside desde que tiene 23 en Alemania y tiene la nacionalidad de ese país. Escribió varios libros críticos sobre el islam y en 2010 se hizo conocer por una audiencia masiva cuando una serie de cinco programas de televisión registró un viaje por Alemania que hizo junto con el periodista judeo-alemán, nacido en Polonia, Henryk Broder.