¿Por qué la Yihad Islámica disparó desde Gaza seis proyectiles contra poblaciones de Israel rompiendo una calma de 40 días? Esta pregunta se hacen los habitantes de Gaza y del sur israelí, los primeros que sufrirían una nueva escalada que, en el momento de escribir estas líneas, no parece cercana.
El reciente ataque no es producto de un gesto de añoranza al proyectil o de ganas incontenibles de expresar su odio a Israel (no se preocupen, este grupo palestino proiraní sigue sin abrazar el sionismo) sino de rabia...hacia Hamás, que controla la Franja de Gaza.
Hamás es el «interlocutor» (vía Egipto) de Israel en la tregua pactada a finales de noviembre. Salvo varias decenas de excepciones, los efectivos del régimen de Ismail Haniyeh han conseguido mantener el alto el fuego frenando los intentos de grupúsculos salafistas y de la Yihad, alentada por el patrón iraní.
Hamás desplegó más de 600 efectivos armados para evitar el lanzamiento de proyectiles contra el sur de Israel. Esta actividad «policial» no es anunciada para no ser acusado de «defender al enemigo sionista».
El verdadero motivo del último ataque responde a aquello de «dos se pelean y un tercero recibe los golpes». El enfrentamiento entre Hamás y la Yihad lo acabó sufriendo Ashkelón.
Las sirenas que sonaron en el sur de Israel tienen su origen en la muerte de Raed Jundiya, cabecilla del brazo armado de la Yihad y responsable de la unidad de lanzamiento de cohetes y proyectiles. Según este grupo, murió por los disparos de los policías de Hamás. Según el Gobierno islamista, por una bala perdida de su propia pistola.
Hace dos semanas, Jundiya descubrió que uno de sus subordinados había robado proyectiles para venderlos en el mercado negro. Dado que no quiso devolver la mercancía, Jundiya movilizó a sus amigos (todos ellos armados hasta los dientes) y se presentó en la casa del ladrón para capturarlo. Hamás exigió su puesta en libertad y criticó a la Yihad por «tomarse la justicia por sus manos». Jundiya pasó olímpicamente de Hamás que contestó enviando sus agentes para detenerle. En el violento encuentro, murió. En su funeral, además, uno de los asistentes (de Hamás) atropelló de forma intencionada o accidental a un miembro de la Yihad.
Tras denunciar el «asesinato de uno de los comandantes de las Brigadas Al Quds», Yihad anunció la ruptura de sus contactos con Hamás. Quería venganza. ¿Cómo? Atacando el sur de Israel. Matando dos pájaros de un tiro... o de un misil Grad. Por un lado, desafió la autoridad de Hamás presentándole como régimen incapaz de garantizar la tregua. Por otro, provocó el pánico de ciudadanos israelíes, algo siempre bienvenido en el diccionario yihadista.
La reacción de Israel fue la esperada por Hamás que vació sus oficinas y bases: ataque aéreo contra dos objetivos militares vacíos. Una acción que entra en las reglas de juego no escritas entre Hamás e Israel. Algo así como «respondemos pero de forma limitada para no provocar una escalada».
Pero, ¿esta intrahistoria esconde algo más que otro episodio de la tensión entre los dos principales grupos armados en Gaza?
Según el analista militar israelí, Ron Ben Yishai, sí. Siria. Apunta que antes de la revuelta contra el presidente Bashar al-Assad y la decisión de Hamás de abandonar Damasco, Irán apoyaba con armas y dinero a los dos grupos. Según Ben Yishai, «ahora sólo la Yihad, los salafistas y el Comité de Resistencia Popular reciben ayuda masiva de Irán».
El pacto de tregua en Gaza y el conflicto sirio han estrechado la alianza de la Yihad con Hezbolá, Assad e Irán mientras Hamás se alinea más con los países árabes contrarios a Assad. Incluso el grupo islamista se «atreve» a pedir a Hezbolá que abandone los combates a favor de Assad en Siria.
La Yihad, por contra, sigue en el eje iraní. «Nuestras relaciones con Hezbolá siguen siendo sólidas y actuamos por un solo objetivo, la destrucción del enemigo sionista», afirmó el dirigente Ahmad al-Mdlal.
La rivalidad interna en Gaza - ya sea por cuestiones regionales o por temas menores como un robo de proyectiles y una bala perdida o encontrada - se vislumbra hoy como el principal motivo de una nueva escalada; un escenario que Hamás e Israel no desean.