Los revolucionarios pueden ser héroes o criminales. Depende más que nada de su accionar concreto; de lo que hacen en la práctica mientras aseguran estar defendiendo ideales supremos; el que los veamos como dignos de elogio o de condena. Y esta dicotomía se da también ahora, en las insurgencias en el mundo árabe.
Era digno de admiración osar levantarse contra el régimen dictatorial de Bashar al-Assad en Siria. Pero bien sabemos cuán lejos están de merecer elogios muchos de aquellos que se encuentran en el bando opositor.
Junto a quienes buscaban mayor libertad y una vida digna, están los fanáticos islamistas que quieren imponer en el país más secular del mundo árabe un régimen favorable a Al Qaeda .
Y no es siquiera en nombre de un Alá digno de respeto que lo hacen. No actúan inspirados por el mismo Dios que inspira desde ayer a millones de musulmanes decentes en el mundo entero a respetar el ayuno del mes sagrado del Ramadán, sino en aras de un extremismo dogmático y sanguinario.
Esa es la única forma de entender los asesinatos que cometen en el marco de la «rebelión» contra el tirano. Se ensañan con los cuerpos de sus adversarios con no menos crueldad que la demostrada por los soldados sirios y, de paso, vuelven a recordar al mundo cuán peligroso es el fundamentalismo islámico radical para el hombre libre.
Eso bien lo saben hoy claramente los cristianos en Siria, que continuamente sufren ataques en condiciones terribles, protagonizados por los islamistas.
Según informó recientemente la BBC de Londres, el Vaticano denunció que rebeldes sirios ejecutaron públicamente a un sacerdote católico en un monasterio en el norte de Siria. Se trata, según la agencia de noticias vaticana, del sacerdote franciscano François Murad, de 49 años, que murió decapitado. Al parecer, los rebeldes eran del grupo jihadista Jabhat al-Nusra.
Ingenuamente nos preguntamos ¿para qué? ¿En qué sirven al islam y a Dios con esas herejías?
Otra situación que no deja de despertar impresionante asombro, es el de la recurrencia de los casos de violencia sexual en Egipto, inclusive durante las manifestaciones recientes contra Mursi. Han sido ya varios los casos de mujeres egipcias que declararon sobre los ataques que sufrieron, violación, golpes, humillaciones y vejaciones, por parte de hombres enardecidos que se les tiraron encima como bestias y comenzaron a golpearlas y desnudarlas.
Un espeluznante testimonio fue el que prestó Yasmine el-Baramawy, de 30 años, y cuyas palabras exactas preferimos no traducir y reproducir porque hielan la sangre. Además del detalle de la forma en que fue atacada en plena calle, estimando que quizás a esos hombres les parecía inadecuado que una mujer se mezcle allí con la multitud, Yasmine relato su sorpresa al ver que entre los agresores había también hombres de cerca de 40 años, quizás padres de familia, «de traje, bien vestidos», a los que les salió el animal de adentro.
¿Qué creían que estaban defendiendo? ¿En aras de qué valor supremo se creían con derecho a un ataque así? ¿Qué hacían animales como ellos en medio de quienes afirmaban estar buscando un Egipto mejor?
Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay