No pasa una semana sin un hecho violento realizado en nombre del islam en alguna parte del mundo. Matanzas de terrible crueldad en Siria, que tienen lugar con inquietante frecuencia en Pakistán, Afganistán, Irak y Nigeria parecen ser parte de una feroz pasión destructiva y de un retorno a las épocas más bárbaras de la historia de la humanidad.
¿Por qué toda esa terrible ola de violencia tiene que ver con el islam? Esa pregunta ha sido formulada en muchas ocasiones, pero raras veces ha tenido una respuesta completa y convincente. Lo más cercano a esa clase de explicación que hemos encontrado ha sido un amplio artículo en Internet del psicólogo danés Nicolai Sennels, quien hizo una investigación entre delincuentes juveniles en las cárceles de su país. Vale la pena conocer las conclusiones a las que llegó en su trabajo.
Sennels tuvo ocasión de estudiar el problema de la formación de la mentalidad musulmana, ya que el 70% de los infractores juveniles en Dinamarca provienen de hogares musulmanes. Su conclusión fue que el islam y la cultura islámica crean ciertos mecanismos sicológicos que dañan su desarrollo normal y generan una propensión a la violencia y la criminalidad.
Por una parte, la religión es impuesta de manera tajantemente autoritaria, incluso mediante intimidación y golpes. Para la mayoría de los padres es vital que los hijos no se aparten de la religión porque con la sharía (ley islámica) no se juega, pues decreta la muerte de aquellos que adopten otra creencia cualquiera sea su edad. Por otro lado, existe un constante lavado de cerebro para inculcar a los jóvenes la creencia en la superioridad del islam y el odio a visiones diferentes del mundo.
Según el psicólogo danés, en sus encuentros con familias musulmanas encontró siempre el mismo esquema de conducta: violencia y repetición constante del mensaje religioso.
Mientras en Occidente la pedagogía moderna rompió con esquemas violentos y autoritarios de épocas pasadas, en las familias musulmanas rige la severa imposición de la autoridad patriarcal y un constante adoctrinamiento de un estilo de vida religioso que no admite ninguna clase de cuestionamiento crítico.
Para Nicolai Sennels hay además cuatro aspectos sicológicos que contribuyen a generar conductas violentas. El primero de ellos es la ira, una actitud que es vista como un rasgo de inmadurez, debilidad o prepotencia en Occidente, pero que en el mundo musulmán es considerada como una actitud digna y orgullosa. Hay grupos musulmanes que proclaman orgullosamente «días de ira» y utilizan expresiones como «ira sagrada», un concepto que parece contradictorio en una cultura más pacífica.
El segundo es la descalificación de la crítica. En las sociedades occidentales las críticas suelen recibir respuestas fundamentadas y concretas. En algunos casos ambas partes consienten en disentir sin mayores consecuencias. Pero entre los musulmanes, cualquier crítica, aún la más justa y pertinente, es vista como un ataque al honor. La respuesta a la crítica no es el argumento lógico, sino el insulto, la descalificación o la amenaza, y en ocasiones, la agresión directa.
El tercer aspecto es la falta de responsabilidad individual. Mientras en Occidente prima el criterio de que cada ser humano es responsable por su conducta y su destino, en el islam hay un fatalismo que crea la fantasía de que en última instancia fuerzas superiores determinan nuestra conducta. Esto engendra la autovictimización por la cual siempre los culpables de una situación creada por los propios musulmanes nunca son ellos mismos. Siempre es otro quien se lleva todas las culpas.
El cuarto aspecto es la intolerancia hacia el diferente. Mientras en las sociedades occidentales por lo general se predica la tolerancia y la bondad hacia el diferente, a los musulmanes se les educa a creer que son superiores a los no-musulmanes, que están destinados a regir el mundo y que deben distanciarse social y emocionalmente de los no-musulmanes. Esta visión es reforzada constantemente por numerosos versículos del Corán y por las sentencias tradicionales conocidas como Hadits invocadas constantemente por los líderes en una prédica de odio que los prepara para ser potenciales asesinos.
La conclusión de Sennels es precisa y tajante: la mezcla cultural y sicológica de ira, baja estima, mentalidad de víctima, disposición a aceptar ciegamente la prédica de sus líderes y una actitud agresiva y discriminatoria hacia los no-musulmanes que es inculcada mediante el castigo, la intimidación y constantes repeticiones de versículos del Corán que promueven el odio y la violencia hacia los no-musulmaes, son la explicación de la cultura de la violencia que sacude al mundo musulmán y que inmigrantes musulmanes han llevado consigo a países a los cuales emigraron.