En una entrevista de hace dos semanas en «The New York Times», el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, volvió a manifestar su oposición a una lucha armada con Israel. «En mi vida, y si tengo vida en el futuro, nunca volveré a la lucha armada», declaró.
Pero, mientras Abbás afirmaba en inglés su oposición a un enfrentamiento violento, dirigentes palestinos realizaban declaraciones en árabe en las que se apoyaba una tercera Intifada contra Israel.
Dichos representantes no son burócratas de poca categoría que trabajan en la Autoridad Palestina, sino miembros de alto rango de la facción de Al Fatah en el poder, a la que pertenece Abbás. Además, sus nombres se mencionan habitualmente como posibles sucesores del mandatario, que el mes pasado inició el décimo de sus cuatro años de mandato.
En el pasado, Abbás explicó su oposición al uso de la violencia contra Israel con el argumento de que ésta demostró ser «ineficaz» y podría acarrear una mayor «destrucción» para los palestinos.
La buena noticia es que los dirigentes de Al Fatah reiteraron recientemente su apoyo a una rebelión popular contra Israel. El anuncio se produjo durante las celebraciones del 49º aniversario del movimiento. La mala es que Al Fatah no está unido en lo relativo a la cuestión del empleo del terrorismo contra el Estado hebreo. La facción tiene muchos rebeldes y grupos paramilitares que siguen llamando abiertamente a una nueva Intifada contra Israel como medio para alcanzar los objetivos palestinos.
En los últimos meses, un número creciente de altos cargos de Al Fatah, como Jibril Rajoub, Tawfik Tirawi y Mahmud al-Alul - todos ellos miembros del Comité Central del partido - se pronunciaron públicamente a favor de un regreso a la lucha armada contra Israel. Rajoub y Tirawi son veteranos comandantes de las fuerzas de seguridad palestinas en Cisjordania y se les considera grandes aliados de Abbás. Al Alul, estrechamente vinculado al presidente, fue intendente de Nablus, la mayor ciudad de Cisjordania.
Además, algunos grupos armados pertenecientes a Al Fatah, como las Brigadas de Mártires de Al Aqsa, siguen presentes no sólo en Cisjordania; también en la Franja de Gaza. Los miembros del grupo nunca pierden la ocasión de lanzar todo tipo de amenazas contra Israel, entre ellas convertir a Tel Aviv en «una masa en llamas».
Abbás preferió no comentar las amenazas de sus funcionarios. Podría haber tres razones para la decisión del presidente de no hacerlo. En primer lugar, puede tener miedo de irritar a éstos y a otros miembros de Al Fatah, deseosos de recurrir al terrorismo contra el Estado israelí. En segundo lugar, puede que, muy en el fondo, Abbás no se oponga del todo a la idea. En tercer lugar, puede que quiera valerse de estas amenazas como medio para conseguir concesiones de Israel y atemorizar a la comunidad internacional para que obligue a los israelíes a aceptar sus exigencias.
Las declaraciones favorables a una tercera Intifada tienen como finalidad preparar al pueblo palestino para una nueva oleada de violencia contra Israel cuando fracasen las negociaciones patrocinadas por Estados Unidos, en el caso de que así ocurra.
Puede que Abbás esté ignorando esas declaraciones, pero muchos palestinos escuchan atentamente los mensajes procedentes de sus principales líderes.
Cuando altos cargos de Al Fatah, como Rajoub y Tirawi, instan a los palestinos a estar dispuestos para la posibilidad de otra Intifada contra Israel, en realidad lo que hacen es dar instrucciones a los partidarios de Al Fatah para preparase a llevar a cabo atentados terroristas.
La semana pasada, sin ir más lejos, Rajoub dijo en la cadena de televisión iraní Al Alam que «la opción de la Intifada, incluida la resistencia armada, sigue sobre la mesa».
Por su parte, Tirawi envió un mensaje a los palestinos afirmando que «quienes crean que las negociaciones con Israel nos van a reportar algo, se equivocan. Debemos volver al ciclo activo. Eso quiere decir resistencia en todas sus formas. Al Fatah no abandonó la opción de la lucha armada».
En un comunicado similar, Al Alul enfatizó que «Al Fatah no abandonó la lucha armada como derecho legítimo. Su sexta conferencia, celebrada en Belén en el verano de 2009, reafirmó este punto».
Es algo prácticamente inédito que Hamás diga algo bueno sobre Al Fatah, pero que cada vez se hable más de recurrir al terrorismo contra Israel hizo que la organización terrorista palestina alabe a los dirigentes de la facción enemiga.
Al referirse a su llamamiento a una nueva Intifada contra los israelíes, el dirigente de Hamás, Musa Abu Marzuk, comentó que «se trata de declaraciones positivas, sobre todo teniendo en cuenta el hecho de que estos tres representantes son miembros del Comité Central de Al Fatah.
Evidentemente, hay algunos en Al Fatah que aún creen en los atentados suicidas y en los ataques con misiles como medio para obligar a Israel a hacer concesiones. Estos dirigentes olvidaron que los palestinos pagaron un alto precio por «militarizar» la segunda Intifada, y ahora están dispuestos a volver a mandar a jóvenes de ambos sexos a sacrificarse por la causa palestina.
Resulta agradable leer las declaraciones de Abbás, tranquilizadoras y moderadas, en «The New York Times», pero no hay que ignorar las demás voces amenazantes procedentes de su círculo interno.
Fuente: Gatestone Institute
Traducción: www.israelenlinea.com