El libro «El hijo de Hamás» publicado hace dos años en EE.UU es el testimonio autobiográfico de, Mosab Hassan Yousef (31), palestino e hijo del Sheik Hassan Yousef, uno de los líderes fundadores de la organización terrorista islámica que gobierna la Franja de Gaza.
En primer lugar, en lo que respecta a Irán, hay que reconocer que el primer ministro Binyamín Netanyahu está en lo correcto. Desde que los ayatolas tomaron el poder, los líderes iraníes no han dejado de hablar de Israel, refiriéndose a él en cada oportunidad como «el pequeño Satán».
La aprobación de una resolución en el Parlamento egipcio que exige al Gobierno la revisión de los acuerdos con Israel ha desatado las alarmas de los que ven en los nuevos representantes islamistas egipcios una amenaza para el status quo de la región.
El 23 de agosto pasado el diario «Los Angeles Times» contó la historia de Maher El Gohary, un musulmán egipcio convertido al cristianismo. Según el diario, desde que cambió su religión, él y su hija Dina, viven como refugiados, cambiando de apartamento cada pocos meses, temerosos de establecer contactos con sus vecinos.
Hamza Kashgari, un periodista y redactor de un blog en Internet saudita pasó en pocas horas de un relativo anonimato a la notoriedad internacional. La causa es que hizo declaraciones en Twitter consideradas blasfemas por las autoridades religiosas sauditas. Al recibir amenazas de muerte, Kashgari de 23 años de edad, huyó de su país a Malasia, pero el ministro del Interior de ese país de mayoría musulmana, ordenó su extradición y ahora enfrenta la posibilidad de ser condenado a la pena capital en su país.
Es al caer la noche, cuando una oscuridad casi absoluta se enseñorea de las calles de las ciudades de Siria y los combatientes del Ejército Sirio Libre se arremolinan en torno a una estufa para protegerse del intenso frío reinante, cuando es posible tomar conciencia de las desmesuradas dimensiones que ha adquirido la represión desatada por el régimen de Bashar al-Assad en este año de levantamiento político.