Israel se enfrenta a Irán en una partida de póquer en la cual Teherán puede exponerse al bluff israelí o arriesgarse a sufrir un ataque militar. Pero, en cualquier caso, Israel estará en una situación crítica de la cual sólo la comunidad internacional podrá rescatarlo imponiendo sanciones.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres, dio a conocer a la prensa internacional una noticia típica de estos días en Siria. Informó que el domingo 13 de noviembre, un grupo de agentes de la seguridad militar siria se plantó en la escuela de estudiantes pioneros de la localidad de Deir Az Or para obligarles a participar en una marcha de protesta contra la Liga Árabe.
2011 es el año más crítico de la história para la diplomacia israelí palestina. Faltan cinco minutos para las doce. Si no se trata rápidamente de que la diplomacia mundial recapacite, seremos testigos del fin de la solución basada en dos Estados. Y puede que ya sea demasiado tarde.
"Todo aquel que observe los métodos de Irán en Oriente Medio comprobará que su poder no radica en su arsenal de armas, ni en su supremacía económica o cultural. Irán no es lo que son Estados Unidos, China o incluso Turquía en la región. El poder de Irán radica en su acción de sabotaje. El régimen iraní deliberadamente explota los sentimientos sectarios en la región y construye alianzas sobre esta base. Sin embargo, "Teherán no duda en explotar a grupos fundamentalistas sunnitas en la zona, incluyendo a Al Qaeda. El objetivo de Irán en la región, y específicamente en el mundo árabe, no es la construcción sino la destrucción. La diferencia es clara y tajante".
No más de diez o quince personas en todo Israel conocen toda la variedad de información que se precisa para tomar una decisión sensata sobre el asunto iraní, incluyendo al primer ministro, al ministro de Defensa, y a dos o tres asesores y profesionales.
Con un formato parecido al de aquella popular película "Liberen a Willy", de la cual se hicieron varios episodios, hoy se está escribiendo un nuevo guión, provisionalmente titulado "Liberen a Mahmud Abbás".
Un acuerdo de capitulación es algo que debe aceptarse moderadamente, tal como se acepta un resultado amargo que resulta inevitable. Sólo en Israel la humillación puede ser motivo de festejo, sin tener en cuenta cómo se percibe desde el otro lado y el daño que puede causar.
Desde que se confirmó el acuerdo entre Israel y Hamás para la liberación de Gilad Shalit, estamos oyendo a figuras de la mencionada organización integrista, asegurando que el joven fue tratado bien "de acuerdo a las normas del islam" para "prisioneros de guerra".
En la actual atmósféra, los judíos deben resistirse a la tentación de culparse a sí mismos. La intención del perdón es sanar. Sin embargo, quienes hoy exigen disculpas por parte de Israel no están buscando la reconciliación, sino exactamente lo contrario: criminalizar al Estado hebreo.