No está nada claro hacia dónde derivarán las protestas de los egipcios, pero la olla a presión que es toda la zona se está destapando y el resultado puede ser un período de gran inestabilidad que sume mayores frustraciones.
Los varios focos de tensión en el entorno árabe de Israel preocupan sobremanera a la cúpula del gobierno israelí, pero indudablemente, la principal señal de alarma llega de Egipto, el primer país árabe con el que firmó la paz hace ya más de tres décadas, considerado clave para la estabilidad regional.
Este verano presentará un desafío muy complejo para Netanyahu. Si quiere evitar una confrontación con los palestinos, necesitará de todo el talento que, junto con Barak, exhibieron en la disolución de los laboristas. Si les deja la iniciativa a ellos, tendrá que hacer frente a una "marcha de independencia" en Jerusalén.
La reciente crisis producida por el desmembramiento del gobierno del Líbano provocada por su abandono por parte de la organización política-militar Hezbolá, tiene un indudable parecido con la acción de un grupo de delincuentes que copa una vivienda privada.
La ola de reconocimiento del Estado palestino que inundó América Latina en los últimos meses pone de manifiesto los fracasos de la acción diplomática del ministro de Exteriores, Avigdor Liberman, en el continente.
La expresión "fronteras del 67" que tan a menudo oímos, escribimos y mencionamos, es una muestra del error en el que se incurre tantas veces -también nosotros, los periodistas - al hacer uso de frases o conceptos conocidos cuya base, de hecho, es equivocada.
Los israelíes debemos exigir que Netanyahu exponga la amplitud de un posible acuerdo, que ha ido acumulándose en el fondo de la tetera elétrica durante la última década, y que lo presente a Abbás para saber si finalmente si se cuenta con un socio para resolver el conflicto.
Mientras la sociedad palestina se debate entre declarar su soberanía en forma unilateral o continuar apostando por una solución coordinada con Israel, el gobierno liderado por el Premier Netanyahu pareciera no perder oportunidad de erosionar la posición negociadora de su par árabe.
La intervención sudamericana no va a acelerar el proceso de paz: se desentiende de la amenaza bélica iraní, materializada en Gaza y en Líbano. Tampoco va a desatar el nudo de contradicciones propias de un conflicto de pasiones que desbordan los ribetes políticos.
Bibi está haciendo malabarismos y no le va tan mal, pero nosotros ya podemos anticipar el tropiezo. Obama y sus colegas lo están esperando a la vuelta de la esquina, y como suelen hacer los norteamericanos, lo dejarán abandonado a su suerte.