Es sabido que no hay pueblo que despierta más solidaridad internacional que el palestino. Hay muchísimos musulmanes y no musulmanes que estarían dispuestos a matar hasta el último judío en el Estado de Israel - e incluso fuera de él - en aras de esta muy publicitada solidaridad. Pero claro, la solidaridad es con la causa, no con los palestinos concretos.
Oriente Medio es el lugar a donde mueren las predicciones. Y la reciente turbulencia en la región lleva a que predecir los próximos eventos en la zona resulte más difícil aún. Pero, como quedó cada vez más claro en 2013, la fuente principal de las crisis en Oriente Medio no es un choque de civilizaciones, sino un choque dentro del islam, cuyo centro radica en la división entre sunitas y chiítas.
Hubieron revoluciones radicales de las que leímos en Túnez, Egipto, Siria, Yemen y Libia, de ninguna de las cuales hasta ahora surgió una democracia estable e incluyente. Pero también están las revoluciones radicales de las que no leímos nada, desarrollándose en Arabia Saudita y en otras monarquías del Golfo Pérsico.
Este fin de semana, Irán se reunirá en Ginebra con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y con Alemania para tratar de llegar a un acuerdo según el cual Teherán suspendería porciones de su programa nuclear a cambio de un alivio limitado en las sanciones.
La Autoridad Palestina (AP) sigue exigiendo la liberación de palestinos de cárceles israelíes, mientras que lleva mucho tiempo ignorando el hecho de que miles de sus ciudadanos languidecen en prisiones de varios países árabes.
En 2010, Hillary Clinton, en ese entonces secretaria de Estado norteamericana, anunció un giro hacia el este - el llamado «pivote asiático» - de la estrategia global estadounidense. Se hacía necesario no sólo por los problemas de seguridad que planteaba el ascenso de China, sino como consecuencia de la prolongada y costosa obsesión de Estados Unidos con Oriente Medio.
Cuando en 1995, el presidente israelí, Shimón Peres, publicó su libro «Un nuevo Oriente Medio», lo hizo luego de firmar los Acuerdos de Oslo con los palestinos. El entonces canciller hebreo manifestó su visión acerca de las posibilidades de las que dispondría la región como consecuencia de un acuerdo definitivo que paz entre Israel y sus vecinos ante esta nueva realidad.
No pasa una semana sin un hecho violento realizado en nombre del islam en alguna parte del mundo. Matanzas de terrible crueldad en Siria, que tienen lugar con inquietante frecuencia en Pakistán, Afganistán, Irak y Nigeria parecen ser parte de una feroz pasión destructiva y de un retorno a las épocas más bárbaras de la historia de la humanidad.
La semana pasada estaba en una conferencia en Berna, Suiza, luchando con mi columna. La noticia de la propuesta de Rusia para que Siria entregue su arsenal químico apenas se estaba dando a conocer y cambiaba con cada hora que pasaba, obligándome a reescribir para actualizarla.
Quien siga los comentarios sobre la política exterior del presidente norteamericano, Barack Obama, en Oriente Medio, verá que hay varios temas que destacan. La gente de la región sostiene que cualquier cosa que salga mal, es por su culpa.