Esta es la definición oficial: «El término de arma química se aplica a cualquier sustancia química tóxica que puede causar muerte, lesiones, incapacidad temporal o irritación sensorial a través de su acción química».
Si usted está buscando algún aspecto rescatable en lo que está ocurriendo en Egipto hoy día, sugiero que ascienda a 10.000 metros y mire hacia abajo. A la distancia, los sucesos en Egipto a lo largo de los últimos dos años y medio casi no tienen sentido. En realidad, Egipto ha tenido tres revoluciones desde comienzos de 2011, y cuando las sumamos todas, se puede discernir un mensaje sobre lo que una mayoría de los egipcios está buscando.
Las imágenes de niños muertos o agonizando tras lo que fue un ataque con armas químicas en Siria elevó la tensión e incrementó las posibilidades de una intervención militar extranjera.
Los egipcios tienen ante sí dos malas opciones para elegir justo ahora. ¿Ofrecerá alguien una tercera?
De todas las inquietantes imágenes que surgen de El Cairo en las últimas fechas, ninguna podría ser peor que las de las muchas bajas civiles. Sin embargo, las de la hace tres días atras que mostraron el lanzamiento de un vehículo de la policía desde el Puente 6 de Octubre, que se extiende a través del Nilo en el centro de El Cairo, fueron casi igualmente perturbadoras.
Cuando uno va a intervenir en un país extranjero, es necesario saber primero qué se busca. Pero en Egipto, y Siria también, la política occidental se ve golpeada por numerosos instintos opuestos.
Pasé los últimos meses filmando un documental para Showtime sobre los efectos de las tensiones climáticas y ambientales en el despertar árabe. Fue una jornada fascinante pues me obligó a observar Oriente Medio a través de ecologistas árabes, en lugar de políticos.
Siria es una pesadilla viva. Egipto se encuentra al borde del precipicio, pero, como demuestra el reinicio de conversaciones de paz entre Israel y la Autoridad Palestina, hay señales de esperanza y, aunque pueda parecer ilógico, la agitación de esa región está sacando por fin a la superficie sus problemas fundamentales de un modo que permite afrontarlos y superarlos. Éste no es un momento de desesperación, sino de compromiso activo.
Muchos iraníes esperaron con ansia durante ocho años a que llegara este día: el fin de la era de Mahmud Ahmadinejad, quien deja un país aislado y económicamente en la ruina.
En cada guerra civil hay un momento antes de que se desate todo el infierno en el cual aún existe una oportunidad de impedir una caída total al abismo. Egipto está en ese momento.
Apenas en 2012, parecía que los islamistas iban a poder superar sus múltiples discrepancias internas - sectarias (sunitas, chiítas), políticas (monárquicos, republicanos), tácticas (política, violencia) o entre posturas hacia la modernidad (salafistas, Hermandad Musulmana) - y trabajar en cooperación.