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La belleza de la Shoá

Java HershkovitzMás de uno habrá leído esta semana que Java Hershkovitz, una anciana israelí de 79 años, se llevó la corona de «Miss Sobreviviente del Holocausto» en un polémico concurso que tuvo lugar en Haifa.

«Sólo participé en interés de los sobrevivientes y por la necesidad de llamar la atención sobre la situación en la que se encuentran», comentó Hershkovitz. «De eso se trataba este concurso, no de belleza», agregó.

Hershkovitz lamentó el abandono en el que viven muchos de los 200.000 sobrevivientes del Holocausto que quedan en Israel, varios de los cuales se encuentran en situaciones miserables, porque «nadie hace nada por ellos; todo queda sólo en palabras», señaló.

Unas 14 mujeres de avanzada edad, sobrevivientes de la Shoá, se presentaron a la competencia en una gala a la que asistieron unas 600 personas.

Simón Sebag, fundador de la Organización de Sobrevivientes del Holocausto, dijo que «este singular concurso es para la organización como una celebración de vida». Sin embargo, un vocero de otro de grupo de sobrevivientes lo consideró totalmente macabro.

Leyendo la nota pensé, antes que nada, en toda mi familia exterminada en Treblinka, y me dije: «Estamos locos; hemos perdido el sentido de la cordura». Pero después de contar hasta 10 y recapacitar, recordé que vivimos en un mundo regido por un Gran Hermano en el cual apretar un botón determina que nace una estrella o el mejor cocinero o el mejor bailarín; incluso la mejor «superviviente» que, a diferencia de estas señoras, se pasea en bikini por la playa, la pasa fenomenal en una isla tropical del Caribe y encima se lleva un suculento premio.

Un amigo con el cual compartí la nota, me escribió: «Que estamos todos locos y que este no es un país normal, estamos de acuerdo, ¿no? Ninguna persona en su sano juicio va a venir a instalarse en este panal de abejas, avispas y abejorros. Pero deberá tomar en cuenta que de esa manera nunca van a conocer el sabor de la miel».

No hay duda que la idea del concurso suena extraña. Pero así como soldados israelíes viajan a Polonia a demostrar y demostrarse su capacidad de sobrevivencia, quizás estas señoras hagan lo mismo al expresar su alegría de vivir. Solamente pregunto; no sé. Supongo que es un argumento que hay que dejar que sean las misma sobrevivientes quienes lo decidan.

Nosotros no estuvimos allí y no contamos con suficientes argumentos para juzgarlas.

Es verdad. A primera vista, el asunto parece demasiado macabro. Pero qué le vamos a hacer: La Shoá fue demasiado macabra.

Y estas señoras, que día a día duermen con ella hace ya 67 años, lo saben mejor que cualquiera de nosotros.