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Gaddafi X 3

El actor Pierce Brosnan encarnó en la película "El cuarto protocolo" al comandante Valeri Petrovski, cuya misión era detonar una bomba nuclear en una base de la OTAN en el Reino Unido. Se trataba de una operación de la KGB para evitar acabar con la guerra fría.

Para entrar en acción, Petrovski debía escuchar cada día un boletín de la BBC y esperar a que el locutor pronunciara tres veces el nombre de Gaddafi en una noticia. Al final, el momento llega, pero el astuto John Preston, protagonizado por Michael Caine, consigue evitar el atentado.

Ya en el mundo real, las potencias occidentales, antes de decidirse a poner fin a los abusos del dictador libio, tuvieron que escuchar el nombre de Gaddafi bastante más de tres veces.

Los gobiernos de varios de los países que bajo el paraguas de la OTAN acorralan al dictador hicieron muchos negocios con él en los mismos lujosos palacios que ahora saquean los rebeldes. Algunos de ellos regían los destinos de varias potencias no hace mucho tiempo.

Animados por el ímpetu regenerador de la primavera árabe, los dirigentes hipócritas del supuesto mundo libre entendieron que debían dejar de darle las gracias al excéntrico tirano y decidieron acabar con él.

Esta semana, una vez caída Trípoli, queda lo más complicado, que no es precisamente cómo atrapar a Gaddafi.

Será bastante más difícil que cazar al coronel contener el sangriento estallido de venganza que se desató en las calles de la capital libia. Bajo la imprecisa definición de insurgentes - y con apoyo de la OTAN - ahora quedó claro que se trata, en su mayoría, de bandidos y asesinos, así, con todas las letras.

La transición no va a ser fácil, y habrá que controlar al centavo los miles de millones de dólares que los organismos internacionales van a desbloquear para el nuevo régimen libio.

Y, además, ¡cómo no!, está el petróleo. China y, sobre todo, la Rusia de Putin temen que una hipotética desintegración del poder en Libia tras la caída del "monarca de los monarcas" les reste cuota de mercado.

Todo indica que seguiremos oyendo más de tres veces el nombre de Gaddafi. Y no sólo por la BBC.