El vino israelí, tradicionalmente asociado a las ceremonias judías, está encontrando su lugar en el mercado, impulsado por nuevas técnicas de elaboración.
El vino israelí lleva muchos años suscitando comparaciones con esos vinos dulzones empleados en los ritos religiosos judíos, pero las técnicas modernas de elaboración traídas desde los mejores países productores les están ayudando hoy día a competir en los comercios de París y de Nueva York.
Hoy encontrará usted a gente buscando vinos israelíes que cumplan las normas internacionales, y lo bueno es que de hecho los estamos produciendo", dice el crítico israelí Daniel Rogov en una entrevista en una concurrida tienda de vinos de Tel Aviv. "No hay ninguna contradicción entre vino kosher y un buen vino". Las bodegas israelíes, tanto a escala industrial como artesanal, producen más de 33 millones de botellas al año, según el Consejo del Vino de Israel, pero la gran mayoría de ellas son kosher, es decir, producidas en conformidad con las leyes dietéticas judías.
Aunque se ha relacionado durante años el sello rabínico con vinos hechos para atraer a los judíos practicantes más que a los amantes del vino, la calidad de los vinos de Israel está mejorando, ayudado por subvenciones a los pequeños productores, y algunos vinos están cosechando aplausos internacionales. La revista de Robert Parker, uno de los más influyentes críticos de vino, ha acumulado elogios y puntos sobre los vinos de Israel.
Vinos de la vecina Líbano, donde se producen desde hace 40 siglos, llevan decenios ganando premios internacionale. Israel cuenta con el mismo clima mediterráneo. El vino mejor calificado por Mark Squires en la revista de Parker, 'The Wine Advocate', ha sido hasta ahora el tinto Yatir Forest 2003, producido por una filial de la bodega Carmel. Fundada por el barón Edmond James de Rothschild, flántropo sionista de principios del siglo XX, Carmel es la mayor bodega de Israel, con un 40% de la producción nacional total. Junto con a muchas de las demás bodegas (unas 200) del país, Carmel aplica hoy métodos traídos de Francia, Australia y California a las uvas israelíes.
"Nuestro enólogo jefe estudió en Francia, por lo que hemos aprendido de las tradiciones de Francia, pero también hacemos uso de tecnologías de lugares como Australia y California," Adam Montefiore, director de marketing de Carmel, decía en una fiesta del vino en Jerusalén: "Creemos que en los últimos 10 o 15 años, los vinos de Israel han llegado de verdad a la clase mundial". Montefiore dice que Carmel produce una gama de vinos, tanto para los que quieren "beber vino sin degustarlo" como para los conocedores. Los precios oscilan entre los ocho y los 80 euros por botella.
La mitad de la producción anual de Carmel, que es de 15 millones de botellas, se exporta a los Estados Unidos, Europa y Asia. Israel exporta cerca de 22 millones de dólares en vino al año, según la Oficina Central de Estadística.