La Casa Quemada: Bienvenido a Beit Katros – hogar de una importante familia de sacerdotes que sirvieron en el Segundo Templo.
Durante las excavaciones realizadas en el Barrio Judío después de la Guerra de los Seis Días en 1967, los arqueólogos hallaron las ruinas de una casa derrumbada que había sucumbido bajo un feroz incendio.
Bienvenidos a Beit Katros – hogar de una importante familia de sacerdotes que sirvieron en el Segundo Templo y cuya mención figura en el Talmud. Los visitantes del antiguo sitio restaurado tienen la oportunidad de vivir una experiencia única: un emocionante espectáculo multimedia de luz y sonido recrea dramáticamente la caída de Jerusalén y la destrucción del Segundo Templo en el contexto de la lucha social y la división fraterna que socavó los cimientos de la nación judía.
La dramatización hace que cada visitante se sienta parte de la familia Katros y de Jerusalén durante aquellos trágicos últimos días de la ciudad que Jesús conocía y amaba.
Al ingresar al pequeño museo, mientras se camina hacia el subsuelo en dirección a las ruinas de la casa, los paneles a lo largo de las escaleras exhiben aleccionadoras inscripciones del Talmud y del historiador judío del primer siglo, Flavio Josefo, que intentan explicar la destrucción de la ciudad y su santuario:
“¿Por qué se destruyó Jerusalén? La primera vez, debido a la adoración de ídolos; la segunda, a causa del odio incondicional. Ay de los hijos por cuyos pecados Yo destruí mi casa y quemé mi santuario y los condené al exilio entre las naciones del mundo”.
Las excavaciones han puesto al descubierto toda la furia de la catástrofe: muros derrumbados; piedras chamuscadas por el fuego; vigas de madera carbonizadas; hollín y utensilios domésticos destrozados que yacen bajo las paredes derruidas.
Una punta de lanza de hierro que se encontró apoyada en la pared, en la esquina de una habitación, y los huesos del brazo de una mujer joven hallados en la cocina constituyen una prueba más de la feroz batalla que tuvo lugar aquí.
Numerosos vasos de piedra permanecen en las distintas cámaras, así como tablas de piedra, morteros de basalto, ollas, tazas de medir, pesas y contenedores. Tal como corresponde a las casas del Barrio Herodiano, el predominio de elementos de piedra se explica por las leyes judías de pureza ritual, que establecen que los vasos de piedra no son susceptibles de volverse ritualmente impuros.
En una de las pesas se halló un grabado que dice: “(de) Bar Katros.” La Casa de Katros es conocida por haber sido una de las familias sacerdotales que servían en el Segundo Templo.
En un instante, la escena de la destrucción vuelve a la vida al proyectarse la película sobre una pantalla ubicada encima de las ruinas, y entonces somos transportados unos 2.000 años atrás hasta la villa de la familia Katros.
La historia, narrada por un hombre joven llamado Zadoc, comienza con una alegre cena de Pesaj en el hogar de Katros. Pinchas, el padre de Zadoc, es el jefe de familia y además sacerdote. Mientras la familia y sus invitados conmemoran el Éxodo y su libertad de la esclavitud egipcia, se muestran claramente preocupados ante el peligro inmediato del asedio de Jerusalén por el ejército romano. La revuelta judía que había comenzado cuatro años antes, ha dado un giro desastroso. Como la mayoría de los sacerdotes, Pinchas tiende a favorecer la conciliación con los romanos. Pero lo que angustia a Zadoc es el hecho de que la gente está siendo asesinada por los romanos en la ciudad baja, mientras los fanáticos judíos encabezan una resistencia activa en contra de ellos.
Pinchas se encarga de tranquilizar a los presentes: “No tenemos nada de qué preocuparnos: somos una familia de sacerdotes. ¿Quién osaría tocar una familia de sacerdotes?”
Incluso rechaza las preocupaciones de su esposa y su sugerencia de abandonar la ciudad: si las cosas van de mal en peor, afirma Pinchas, hallarán refugio en el Templo. Al sugerir ella que aun el Templo podría ser destruido – tal como ya había sucedido en el pasado –, Pinchas se muestra completamente indignado: “¿El Templo, destruido? ... ¡Imposible!"
A continuación, Pinchas descubre algo sobre el papel de su hijo Zadoc en la resistencia contra los romanos que lo hace poner rojo de furia. Está a punto de arrojar a su hijo a la calle cuando interviene la sirvienta: “¡El Templo no sobrevivirá si continúan odiándose entre sí!”
Al irrumpir los romanos en la ciudad, la tragedia asesta su duro golpe; primero al Templo, y luego a la familia Katros. Cuando Zadoc regresa a casa, en medio de su dolor exclama: “algo me dice que habremos de regresar aquí algún día, y que poblaremos otra vez las calles de Jerusalén.”
Estas palabras de esperanza encuentran eco en las palabras del profeta Zacarías, mientras el film va mostrando imágenes de familias y niños bulliciosos en el reconstruido Barrio Judío actual:
“Así dice el Señor de las Legiones: Hombres ancianos y mujeres ancianas se sentarán otra vez en las calles de Jerusalén, cada uno con un bastón en la mano por su gran edad. Y las calles de la ciudad estarán llenas de niños y niñas jugando en sus calles…Así dice el Señor de Legiones: miren, yo salvaré a mi pueblo del país del este y del oeste, y los traeré a vivir en el medio de Jerusalén. Y ellos serán mi pueblo, y Yo seré su Dios, en fidelidad y justicia” (Zec 8:4-8).
¡Te invitamos a revivir la experiencia de los últimos días del Segundo Templo de Jerusalén con una visita a la Casa Quemada!
Horario: De domingo a jueves, de 9 am a 5 pm; viernes de 9 am hasta las 13:00
Calle Hakaraim 2, Barrio Judío de la Ciudad Vieja
(02) 628-7211
Ariel Ben Ami nació en Canadá; actualmente es estudiante de doctorado en la Universidad Hebrea de Jerusalén.