El escritor A.B. Yehoshúa, Premio Israel de Literatura, reflexionó sobre la situación política de su país en la novela «Fuego amigo», en la que tomó como punto de inflexión la muerte de un soldado israelí por el «fuego amigo» en una azotea de los territorios palestinos.
Miembro activo del movimiento pacifista israelí, Yehoshúa afirmó que «a partir de 1967, la política mantenida por Israel en los territorios no fue ni justa ni moral, porque construyó asentamientos».
«Aunque sea cierto que los palestinos no querían reconocer a Israel, mi país no tenía que haber tocado ni un ápice de territorio palestino y, aunque hubieran tardado cien años en reconocernos, nunca teníamos que habernos metido allí», subrayó con énfasis el escritor.
Yehoshúa, residente en Jerusalén, consideró que «ahora ya no hay vuelta atrás porque, si alguien intenta destruir esos asentamientos, provocaría una guerra civil en Israel».
En su opinión, la solución sería la convivencia pacífica de una minoría judía dentro del Estado palestino y que la minoría judía que quisiera pudiera retornar y ser incorporada a Israel, algo que él cree «que puede ser posible políticamente de inmediato».
Hasta 1967, Yehoshúa estaba convencido de que Israel estaba luchando por su existencia, «aunque podía comprender a los palestinos», y estuvo de acuerdo tanto con la guerra de 1948 como la de 1967 «porque eran guerras justas y de ellas - afirmó - dependía la existencia de nuestro país".
Yehoshúa afirmó que «Israel no tenía que haber anexionado nunca Jerusalén Oriental ni establecer asentamientos, sino que debería haberse quedado allí sólo como ejército de ocupación y esperar a que los palestinos reconociesen el Estado de Israel».
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