A pesar de los 19 años transcurridos, no hay nadie detenido en ninguna cárcel por haber asesinado a 85 personas y herido a 300 en la masacre de la AMIA, institución central de la comunidad judía de la Argentina.
Nadie está pagando ninguna pena por haber asesinado a humildes maestros, asistentes sociales, empleados, secretarias, que eran el pilar de la inmensa labor solidaria, educativa y espiritual de esa institución centenaria, a los que venían a pedir ayuda a sus oficinas, a los transeúntes, a los vecinos.
Después de 19 años no se ha hecho aun justicia ante el peor atentado terrorista perpetrado en la historia latinoamericana reciente.
Hay algunas lecciones a extraer mirando hacia el futuro:
No olvidar
La memoria bendita de los asesinados, y la dignidad del país, exigen que la sociedad argentina toda no se de tregua hasta que se haya hecho justicia. Ha sido excepcional, abnegado, pleno de coraje, el trabajo incesante que todas las organizaciones de los familiares. Las instituciones centrales comunitarias, DAIA y AMIA, han llevado adelante sin descanso con apoyo de la opinión pública para que la causa se impulse a plenitud, los innumerables errores, y omisiones policiales y judiciales se pongan sobre la mesa, y haya finalmente resultados sobre quienes prepararon el asesinato en el exterior, y las conexiones internas.
Hará falta seguir en ello a diario, redoblar el gran reclamo.
Samuel Pisar sobreviviente de Majdanek, Auschwitz, y Dachau, asesor de John F. Kennedy, reconocido por toda la sociedad norteamericana, relató que cuando las puertas se cerraban en las cámaras de gas de Auschwitz las personas tenían sólo tres minutos de vida por delante. ¿Qué hicieron con ellos?. Muchas escribieron con sus uñas en las paredes «no olviden». Si quienes fueron masacrados en las paredes en escombros de la AMIA hubieran podido dejar su voluntad, seguramente uno de sus principales legados sería la exigencia a toda la sociedad de no descansar hasta que se haga justicia.
Enfrentar las nuevas formas de antisemitismo
Para el ex presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, la madre de Pisar y su pequeña hermana Frieda, no existieron nunca. Contó Pisar: «Cuando comenzó la liquidación del Gueto de Bialystok en Polonia, sólo tres miembros de mi familia todavía vivían: mi madre, mi pequeña hermana y yo de 13 años. Mi padre había sido ejecutado por la Gestapo. Mi madre me pidió que me pusiera pantalones largos, esperando que si me parecía a un hombre el trabajo esclavo podría salvarme. ¿Y tú y Frieda pregunté?. No me contestó. Sabía que su destino estaba sellado. Cuando la llevaron a la fuerza con otras mujeres, los chicos, los ancianos y los enfermos, hacia los vagones de ganado, no pude sacar mis ojos de ellos. La pequeña Frieda se tomaba de mi madre con una mano, y en la otra tenía su muñeca favorita. Ambas me miraron antes de desaparecer para siempre de mi vida».
Ahmadinejad, y muchos como él, han decretado que la hermanita de Pisar, el millón y medio de niños judíos asesinados, y los 6 millones exterminados, no vivieron nunca, que el Holocausto no existió.
El Gobierno iraní, nuevo líder mundial del antisemitismo, que exige la destrucción total del Estado de Israel, y que reprime brutalmente a su pueblo, es «disfrazado» en tierras de América Latina bajo una versión light por ciertos sectores que se autodenominan «progresistas». ¿A quién están favoreciendo cultivando la amistad de un país opresor, con vínculos activos con grupos neonazis mundiales?. ¿No es precisamente, a los desfavorecidos, los oprimidos, y los excluidos de la región?.
La negación sistemática del Holocausto es el nuevo fascismo, a quien los fallos de la justicia argentina conectan asimismo con la masacre de la AMIA.
El avance del racismo y la xenofobia exigen respuestas
En un mundo en donde crecen la desocupación y la tensión social, fuerzas políticas ultraderechistas, que se han montado sobre ellas para ganar espacios, han encontrado ambiente propicio para excitar la xenofobia, el racismo y el antisemitismo.
En las últimas elecciones para el Parlamento Europeo, el partido del difunto neonazi Haider en Austria logró el 13% de los votos, el doble que en 2009; en Reino Unido por primera vez el neofascista BNP obtuvo dos diputados; en Hungría el partido que añora al régimen húngaro que colaboró con los nazis, Jobbik, consiguió 422.000 votos y tres diputados. En Italia se ha dictado la ley más anti inmigrante de la historia reciente, que considera a los inmigrantes indocumentados delincuentes, fuertemente repudiada por la Iglesia y la Unión Europea.
Los resultados de ese medio ambiente, que ve en las minorías y los judíos un «chivo emisario» para culparlos de los problemas económicos y sociales, están a la vista. Una encuesta de la Unión Europea entre minorías en 27 países, encontró que el 94% de los entrevistados han sido objeto de discriminaciones.
Llueven los atentados contra los gitanos en Italia y Hungría. En el célebre memorial de zapatos de metal junto al Danubio que recuerda el fusilamiento masivo de judíos en ese lugar, para ser arrojados al río, son grabadas casi a diario pisadas de cerdos.
En encuesta reciente, una tercera parte de los europeos consideraron que los judíos eran responsables por los problemas económicos globales, y muchos más que tenían control sobre los negocios mundiales; las viejas patrañas de los servicios secretos del Zar en el tenebroso libelo antisemita «Los Protocolos de los sabios de Sión».
Nosotros, ahora
Exigir justicia por la AMIA, denunciar las expresiones argentinas y latinoamericanas de estos atentados fascistoides antisemitas, defender al pueblo gitano discriminado y perseguido, es aportar a la gran lucha imprescindible a nivel internacional para detener la xenofobia.
¿Cuál es la mejor manera de recordar a los inmolados en este 19 aniversario? Junto a evocar sus vidas tronchadas, su tan valioso legado personal, familiar y social, es no ceder un ápice en el reclamo vigoroso e incesante porque los responsables sean definitivamente juzgados y condenados.
Mordejai Anilewicz, 23 años, el comandante en jefe de la histórica rebelión del Gueto de Varsovia, escribió en su última carta en el Gueto en llamas dirigiéndose al pueblo judío y al mundo que esa lucha que sabía terminaría en su muerte, era «en defensa de nuestra y vuestra dignidad».
Hoy, defender el honor del digno pueblo argentino y de un mundo en donde los demonios del antisemitismo, el racismo y la xenofobia se han vuelto a desatar, significa decirle a los 85 nombres inscriptos en las paredes de la AMIA reconstruida y en pleno trabajo por las mejores causas, no cejaremos todos hasta que haya justicia para ustedes.