El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, delineó la política exterior que quiere para su país una vez marcado el cierre de las guerras de Irak y Afganistán y el reciente fracaso de las tratativas entre Israel y la Autoridad Palestina (AP), una estrategia apoyada en la contención y las alianzas y alejada de los esquemas militaristas que esgrimen muchos de sus críticos.
Un día después de anunciar su plan para la retirada gradual de las tropas estadounidenses en Afganistán, el mandatario trazó las bases de la política exterior que buscará para Estados Unidos durante los casi tres años que le quedan de mandato, en un discurso ampliamente centrado en responder a quienes lo tachan de excesivamente cauto.
«Estados Unidos pocas veces fue más fuerte respecto al resto del mundo que ahora», afirmó Obama en un discurso ante los cadetes de la Academia Militar de West Point.
«Quienes argumentan lo contrario, quienes sugieren que Estados Unidos está en declive, o que perdió su liderazgo mundial, están malinterpretando la historia o metidos en políticas partidistas», agregó.
El mandatario abogó por mantener abierta la posibilidad de recurrir a la fuerza militar de forma unilateral cuando el pueblo de su país «se vea amenazado o la seguridad de sus aliados esté en peligro», pero propugnó decantarse por la «acción colectiva» diplomática o militar junto a sus aliados en el resto de circunstancias.
«Estados Unidos debe liderar en el escenario mundial. Si no lo hacemos, nadie lo hará por nosotros», sentenció Obama. «Pero una acción militar no puede ser el único, ni siquiera el principal, componente de nuestro liderazgo en cada instancia», argumentó.
«Sólo porque tengamos el mejor martillo no significa que cada problema sea un clavo», agregó, al recordar que, desde la Segunda Guerra Mundial, algunos de los «errores más costosos» de Estados Unidos no procediron de su «contención», sino de haberse «precipitado a aventuras militares sin pensar en las consecuencias».
A lo largo de la presidencia de Obama, buena parte de la oposición republicana - y también de aliados clave como Israel o Arabia Saudita - le acusaron de haber diluido la influencia de Estados Unidos en el mundo al perder oportunidades claves de acción militar, especialmente en el caso de Siria.
Obama quiso reafirmar su estrategia de apoyo a la oposición moderada siria como alternativa al envío de tropas, al prometer que aumentará su ayuda a esa oposición para contribuir al fin de la «guerra civil cada vez más sectaria» que vive ese país.
La Casa Blanca buscará en las próximas semanas concretar los detalles de esa ayuda ampliada a la oposición, y una de las opciones que baraja es involucrar a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en el programa de entrenamiento a milicias del Ejército Libre Sirio (ELS) que la CIA lleva a cabo en Jordania, según fuentes oficiales.
Obama juzgó que el terrorismo «sigue siendo hoy la amenaza más directa a Estados Unidos y al mundo», por lo que anunció la creación de un fondo de cooperación antiterrorista, dotado con 5.000 millones de dólares y que necesitará la aprobación del Congreso para ponerse en marcha.
«Ese fondo nos dará flexibilidad para cumplir misiones como entrenar a fuerzas de seguridad en Yemen que tomaron la ofensiva contra Al Qaeda, apoyar una fuerza multinacional para mantener la paz en Somalia, trabajar con aliados europeos para entrenar unas fuerzas de seguridad y patrulla fronteriza en Libia; y facilitar las operaciones francesas en Mali», explicó.
También está previsto que el fondo sirva para aumentar la ayuda estadounidense a los países vecinos a Siria, como Israel, Jordania, Líbano, Turquía e Irak, en cuyas fronteras operan grupos terroristas.
El mandatario alegó que su preferencia por la diplomacia y la acción colectiva ya tuvo resultados en países como Irán, donde hay una «verdadera oportunidad» de despejar las dudas sobre su programa nuclear.
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