Para los israelíes, el verdadero héroe y estrella de esta guerra entre Hamás en Gaza e Israel, es el sistema de misiles antimisiles «Cúpula de Hierro».
Ayer la estrella debutó en Tel Aviv , interceptando un cohete palestino apenas a dos horas de haber sido emplazado. Se encuentra en un lugar visible, y cientos de personas se reunieron en su cercanía para ver lo que calificaron como «el mejor espectáculo en la ciudad».
Desde el comienzo de este enfrentamiento fueron interceptados en el aire en todo el país 350 cohetes, de los 700 lanzados desde Gaza. De los que no fueron interceptados, sólo algunos impactaron en blancos israelíes significativos, el principal de ellos fue en Kiriat Malaji, donde tres personas perdieron la vida y seis más resultaron heridas, entre ellas tres niños. Como son cohetes sin teleguía como los misiles, el resto fueron a campo abierto, y el sistema «Cúpula de Hierro», sencillamente decidió no disparar.
Tzaji Hanegbi, del partido Likud, lo comparó con una película del Far West: «Es excelente. Imagínense dos pistoleros en duelo en el Lejano Oeste. Uno de ellos desenfunda primero y dispara. Recién entonces el segundo desenfunda, calcula si disparar o no y hacia dónde, lo hace, y su bala intercepta en el aire a la de su adversario».
Pero la gente no está tranquila . Daniela Strauss es artista plástica brasileña, nacida en Porto Alegre, y vive hace 7 años en Tel Aviv. “Estaba el jueves en un evento en la terraza del museo donde trabajo, y vimos caer el primer misil en el agua, a un kilómetro de nosotros. No lo podíamos creer, y nos quedamos ahí mirando como tontos en lugar de refugiarnos. La alarma sonó, pero nadie la relacionó con lo de Gaza.
Nos llevó diez minutos caer. Entonces una mujer embarazada empezó a llorar, y todos se pusieron como histéricos porque no había refugios habilitados. Sólo al día siguiente los hubo».
Las explosiones se escuchan y se sienten en el piso que tiembla. Si el objetivo de Hamás es sembrar el pánico en la población, en Tel Aviv, una ciudad acostumbrada a ver el conflicto por televisión, el objetivo se logró, al menos al principio, debido a la sorpresa.
Luciana Druker es oriunda de Buenos Aires, del barrio de Devoto, vive hace 11 años en Israel, trabaja en planes de pasantías para profesionales jóvenes del exterior, y tiene un bebé de 4 meses. «Estaba en casa con mi pareja y mi bebé Itamar. Cuando sonó la alarma nos miramos, no entendíamos qué era. Agarramos al bebé como por reflejo y nos fuimos a refugiar en las escaleras, el lugar más interno del edificio.
A los diez minutos volvimos y ahí me agarró el miedo. Como cualquier israelí no dejás de ver la tele. Incluso si descansás y ves una película estás pensando todo el tiempo en las noticias».
¿Cuál es la expectativa, qué esperás que pase? «No sé cuál es la solución», contesta, «pienso en la gente del sur, que está todo el tiempo con esto desde hace años. En el exterior no se entiende que de este lado también hay un pueblo que sufre. Hay vidas paralizadas, hay chicos con traumas. No sé si una entrada terrestre en Gaza va a dar una tregua de seis meses o un año. ¿Y entonces qué? Esto me da miedo. Me dan miedo los misiles, las posibles muertes masivas, y obvio que estoy más sensible desde que soy madre. Tengo ganas de una solución de paz, pero que sea de largo plazo».
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