Para Binyamín Netanyahu, los planes de expandir los asentamientos israelíes al territorio determinado como E1 podrían implicar el riesgo de una crisis diplomática con Europa, pero también podrían resultar una buena apuesta de cara a las próximas elecciones en Israel.
A pocas semanas de los comicios del 22 de enero, el líder israelí ha desafiado la extendida oposición internacional a los asentamientos y anunció planes para construir al menos 3.000 casas más en Cisjordania y en Jerusalén Oriental, tras el reconocimiento de la ONU al Palestina como Estado observador no miembro.
El cruce con Europa - donde una serie de diplomáticos israelíes recibieron reprimendas por parte de los gobiernos de Gran Bretaña, Francia, España, Suecia y Dinamarca - podría ayudar a impulsar el respaldo de los votantes de derecha y ultraderecha al primer ministro conservador.
«Temíamos que los políticos lucharan entre sí para demostrar quién podría ser más duro con los palestinos. No obstante, esperábamos que Netanyahu se mostrase más moderado. Pero eso no sucedió», me dijo un diplomático occidental de Jerusalén.
«No queríamos que los palestinos fuesen a Naciones Unidas durante una campaña electoral israelí precisamente por este motivo», agregó.
Israel desestimó las protestas y peticiones europeas para que revierta el curso de los planes de asentamiento diciendo que «se ajustaría a sus intereses estratégicos vitales, aún frente a la presión internacional».
Los proyectos de construcción de asentamientos en tierras que Israel conquistó en 1967 son considerados ilegales por las potencias mundiales y han recibido reiteradas condenas de su parte. La tensión ha aumentado recientemente cuando el Ejecutivo hebreo decidió construir en el territorio cisjordano definido como E1 entre el megaasentamiento de Maalé Adumim y Jerusalén Oriental.
Esta vez, el Gobierno de Israel también ordenó un nuevo «trabajo de planeamiento» en una de las zonas más sensibles de Cisjordania.
Dicha resolución, de llevarse a la práctica, rompería la continuidad del futuro Estado palestino y aislaría a sus habitantes de Jerusalén Oriental a la cual ven como su capital y donde se encuentran sus principales centros religiosos, separando además a miles de familias. Es de tomar en cuenta que 500.000 israelíes y 2.5 millones de palestinos viven en Cisjordania y en Jerusalén Oriental.
Muchos israelíes han considerado tradicionalmente a Naciones Unidas y a muchos gobiernos europeos como particularmente empáticos con la causa palestina. Y, en comentarios de Netanyahu durante una visita a Estados Unidos, principal aliado israelí, el mandatario pareció indicar que compartía esos sentimientos.
«Los estadounidenses entienden. Los europeos no», dijo Netanyahu refiriéndose a los argumentos que expuso para respaldar las políticas de su Gobierno.
Con todo, el presidente estadounidense, Barack Obama, nunca ha encabezado las listas de popularidad israelíes y ciertos cruces entre ambos líderes - sobre todo respecto de la política frente a Irán - parecen no haber dañado a Netanyahu en las encuestas de opinión, que predicen que ganará los comicios.
Tamir Shefer, politólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, dijo que la medida de Netanyahu respecto de los asentamientos era lo que los votantes esperan de él y que se basaba en consideraciones políticas internas.
«Quizá estén preocupados en que los votantes del Likud, de Netanyahu, opten por él en lugar del partido religioso de extrema derecha, Habaiit Haiehudí», me comentaba Shefer.
Por el momento, el enojo de los europeos por los planes de asentamientos no han generado sanciones contra Israel.
Cualquier medida punitoria antes de la elección incentivaría los argumentos de los opositores de Netanyahu que señalan que el líder se está sumergiendo en un aislamiento diplomático.