La alianza de derecha entre el Likud del primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, e Israel Beiteinu, el partido ultranacionalista del canciller Avigdor Liberman, polarizó las fuerzas políticas en Israel antes de las legislativas del 22 de enero.
El intempestivo anuncio de Netanyahu y Liberman de que ambos partidos sexpresentarán en una lista únicaa fue calificado de «Big bang de la derecha» por la prensa israelí.
Al aliarse con Israel Beiteinu el Likud, que ya era considerado ganador de las legislativas por las encuestas, podría formar un amplio bloque nacionalista, con una fuerte tendencia derechista.
Esa maniobra permitiría a Netanyahu liberarse, al menos parcialmente, de la inestabilidad crónica de las coaliciones gubernamentales, regidas por el sistema de la proporcional integral.
«En Israel, el primer ministro necesita una fuerza importante y coherente que lo apoye, un mandato claro que le permita ocuparse de los verdaderos problemas», declaró Netanyahu.
Según una encuesta citada por los medios de comunicación y realizada por el director de campaña de Liberman, el asesor norteamericano Arthur Finkelshtein, la lista conjunta obtendría 51 escaños de los 120 en el próximo Parlamento.
En cambio, otros sondeos pronostican un resultado inferior a lo que representan juntos el Likud e Israel Beiteinu, la tercera fuerza política en la Knéset, actualmente con 42 bancas - respectivamente 27 y 15.
«Nosotros no estamos preocupados por las encuestas, lo que nos interesa es la construcción de un amplio sector nacionalista», declaró Liberman a la prensa.
«Israel debe pasar a un sistema de grandes partidos. Nosotros no tendremos jamás dos grandes partidos como Estados Unidos, pero debemos unirnos para garantizar la estabilidad del sistema de gobierno», agregó.
Si ganase, Netanyahu estaría seguro de continuar en el cargo de primer ministro, sin rotación, y Liberman, un populista autoritario, obtendría sin duda una posición clave en el futuro gobierno.
Los dirigentes del centro y de la izquierda israelí denunciaron una desviación nacionalista e incluso racista del Likud.
Liberman, habitante de un asentamiento judío en Cisjordania, que fue jefe del gabinete de Netanyahu en los años '90, es célebre por sus posiciones contra los árabes y sus declaraciones ultranacionalistas.
«El demonio nacionalista salió del armario. Netanyahu se quitó la máscara», dijo a los medios el jefe del partido Kadima, Shaul Mofaz, al tiempo que hacía un llamado al centro israelí a unirse para conducir a Israel de regreso a sus valores.
El acercamiento de Netanyahu y Liberman «podría alentar a los partidos de centro-izquierda a anunciar una cooperación estrecha en el marco de un frente de salvación nacional», sostuvo el ex líder de izquierda, Yossi Sarid, editorialista del diario «Haaretz». «Ese frente tendrá una sola misión: no a Biberman», agregó.
Al ser interrogada por los medios, la dirigente laborista Shelly Yachimovich, hizo un llamado a la creación de un «bloque de centro-izquierda integrado por partidos centristas y miembros moderados del Likud, teniendo como base al Partido Laborista que aumenta paulatinamente su apoyo en las encuestas.
En las últimas semanas, los medios señalaron la inclinación de otros posibles candidatos, como el ex primer ministro Ehud Olmert y la ex ministra de Exteriores Tzipi Livni, además del líder del nuevo partido centrista Yesh Atid (hay fututo, en hebreo) del periodista Yair Lapid, de formar un bloque contra Netanyahu.
La alianza Likud-Israel Beiteinu también amenaza a los partidos religiosos nacionalistas y ultraortodoxos, que podrían perder su papel clave e incluso ser excluidos de la próxima coalición gubernamental.
Según los analistas, el pacto con Liberman implica para Netanyahu la adopción, al menos parcial, del programa del partido del canciller, Israel Beiteinu, que incluye el servicio militar obligatorio de los estudiantes de los seminaries rabínicos, la reducción de los poderes del rabinato y una reforma institucional que determine el fin de la proporcional integral.
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