Turquía volvió al ruedo sirio. Tras varios meses en la retaguardia, la huída en masa de refugiados hizo que Ánkara se plantee la creación de una zona humanitaria en la frontera con el país vecino.
Las autoridades turcas contabilizaron la entrada en su territorio de un millar de sirios en menos de 24 horas. Pero se esperan muchos más. Hasta 50.000 según las estimaciones del Gobierno, que comenzó la construcción de nuevos campos en las cuatro provincias de la frontera siria, que se sumarían a los ocho que ya existen en Hatay.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, aseguró ante la prensa en Ánkara: «Todas las opciones están siendo consideradas, incluso la salida de nuestro embajador. También estamos planififcando la creación de una zona humanitarian». Ahora, el número de refugiados en territorio turco alcanza casi los 15.000. Además, Turquía acoge a siete altos mandos del Ejército sirio que desertaron y al Consejo Nacional Sirio, que agrupa a la oposición, además de otros grupos contrarios al régimen de Bashar al-Assad.
Con la creación de una zona segura en territorio sirio, Turquía intenta impedir que los desplazados por la violencia entren en territorio turco.
Ánkara quiere evitar una crisis humanitaria similar a la de 1991, cuando medio millón de kurdos huyeron de Irak tras la guerra del Golfo. Además, al impedir la entrada de refugiados se libraría de cumplir las obligaciones relacionadas con las convenciones internacionales de las que es signataria. Sin embargo, tal zona necesitaría protección militar, ya que Turquía es miembro de la OTAN.
Por su parte, el ministro de Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, aseguró que Turquía tiene la responsabilidad de velar por la seguridad de Siria y también instó a sus conciudadanos a abandonar Siria. «Es evidente que el desarrollo de los acontecimientos en Siria supone un peligro para la seguridad de nuestros ciudadanos que viven el país. Aconsejamos que vuelvan a casa», dijo Davutoglu. Ánkara podría cerrar su Embajada en Damasco tras la salida de sus ciudadanos.
Las relaciones entre Turquía y Siria sufrieron muchos altibajos. Antiguos enemigos, casi entran en guerra a finales de los años '90 por la negativa de Damasco a entregar al líder kurdo Abdulá Ocalan. Sus relaciones pasaron por una luna de miel hasta junio del año pasado. Sus líderes llegaron a veranear juntos en un exclusivo complejo vacacional en Bodrum, en el Egeo turco.
En el plano más institucional, ambos países disfrutaban de una zona de libre comercio desde 2004 y de una política de exención de visados desde 2009. Además, en 2008 Turquía intervino como mediador entre Siria e Israel en el conflicto relacionado con los Altos del Golán.
Las buenas relaciones con Siria eran presentadas hasta hace poco por Turquía como uno de sus grandes logros diplomáticos. Sin embargo, la llegada masiva de refugiados y los desplantes de Al Assad a Davutoglu, cuando en agosto pasado intentó mediar en el conflicto, resquebrajaron las relaciones. Erdogan llegó a comparar a Al Assad con Hitler, Mussolini y Ceaucescu y fue cortando poco a poco las relaciones comerciales con su vecino, que ascendían a 2.500 millones de dólares al año.
Ánkara confía en que la próxima reunión del llamado «Grupo de Amigos de Siria» pueda ayudar a resolver la crisis. A esa cita, que está prevista en Estambul el 2 de abril, están invitados China y Rusia, aunque, según informó el diario «Hurriyet», todavía se discute la invitación a Francia como castigo por la polémica ley que castiga la negación del genocidio armenio.
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