Siria entregó el inventario de su arsenal químico a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPCW, por sus siglas en inglés) a los siete días de plazo estipulado por el acuerdo sellado entre Rusia y Estados Unidos, según anunció la OPCW.

La organización confirmó haber recibido del gobierno sirio su programas de armas químicas en un correo electrónico enviado a su sede de La Haya. La secretaría técnica de la OPCW agregó que está revisando la información recibida de Damasco.

De todos modos, la reunión del Consejo Ejecutivo de la OPCW, prevista para este domingo 22 de octubre, fue pospuesta hasta nueva orden. La misma debía analizar la forma de desmantelar el armamento químico almacenado por el régimen de Bashar al-Assad. Una tarea difícil y costosa que requiere un alto grado de especialización.

La OPCW es un organismo internacional que no se ocupa de destruir armas químicas. Su labor consiste en gestionar la aplicación de la Convención sobre estos arsenales, firmada en 1993, y que ilegaliza su producción, almacenamiento y uso. Para ello, dispone de un equipo de inspectores que comprueban la veracidad de declaraciones como las sirias. Es decir, que el número de instalaciones y los kilos de sustancias guardadas coincida con lo declarado.

Aunque los datos concretos admitidos por los países son secretos, la CIA evaluó que Assad pudo reunir hasta 1.000 toneladas de gas mostaza y sarín, además de gas VX, mucho más tóxico y persistente.

El otro mandato de los inspectores de la OPCW consiste en verificar la destrucción. Para ello, tendrán que elaborar un calendario que permita deshacerse de las plantas químicas, las sustancias y las armas ya montadas.

Siria no firmó la Convención pero inició los trámites para hacerlo, y deberá franquear la entrada de los inspectores internacionales.

Según el acuerdo alcanzado por Obama y Putin, para noviembre próximo debe estar destruida la maquinaria de producción, mezcla y rellenado del armamento. La eliminación total del arsenal se fijó para principios de 2014.

Aunque los arsenales químicos no suelen transportarse de un país a otro, y cada Estado decide como destruirlos, el caso sirio es excepcional. La dureza de la guerra civil llevó a Rusia y Estados Unidos a exigir la destrucción inmediata, pero Siria no dispone de plantas para hacerlo.

El plan exigido por Washington y Moscú requiere aún la correspondiente resolución de la ONU para apoyarlo. Estados Unidos, Francia y Reino Unido presentaron una propuesta al Consejo de Seguridad para que permita sanciones o bien el uso de la fuerza contra Siria.

Rusia se opuso a cualquier intervención militar extranjera en Siria.

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