La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) instó a la comunidad internacional a proteger las negociaciones de paz con Israel, retomadas en julio y estancadas en asuntos fundamentales como fronteras y seguridad.
Ambas partes se dieron un plazo inicial de nueve meses para debatir, ya pasaron cuatro y lo que queda es aún un tiempo de «oportunidades y esperanzas, siempre que desde fuera se presione a Israel, se le obligue a cesar en sus actos violentos y se acabe con su impunidad», afirmó Saeb Erekat, miembro del Comité Ejecutivo de la OLP y jefe del equipo negociador palestino.
Erekat - que renunció a liderar este grupo hace pocas semanas, una dimisión aún no aceptada por el presidente palestino, Mahmud Abbás - celebró una cena en Jerusalén con motivo del 66º aniversario de la resolución 181 de Naciones Unidas, que en 1947 determinó la partición de Palestina bajo el mandato británico en un Estado judío y otro árabe, y que se conmemora como el Día Mundial de Solidaridad con el Pueblo Palestino.
Al encuentro acudieron unos 40 diplomáticos - no hubo representación de Estados Unidos -, a quienes solicitó el apoyo de sus países para «no desperdiciar el tiempo».
«Necesitamos su ayuda para que estas conversaciones prosigan, para que Israel deje de asediar y de matar a mi gente. No permitan que sigan haciendo eso. Les pido un completo compromiso con las negociaciones. Tienen que pararlos para que podamos hablar de lo esencial, de refugiados, de fronteras, de Jerusalén», reclamó Erekat.
Un ejemplo de cómo la determinación de la comunidad internacional puede dar frutos incluso en conflictos largamente enquistados es el consenso alcanzado la semana pasada en Ginebra sobre el programa nuclear iraní, que para Erekat es «un buen acuerdo, un buen modelo», que evidencia que «el mundo no necesita más guerras».
«Una apuesta similar es la que necesitamos para resolver el conflicto palestino-israelí. Podemos hacerlo», aseguró.
Justo el día en el que se cumplía también un año del reconocimiento de la Autoridad Palestina (AP) como Estado observador no miembro de Naciones Unidas, Erekat insistió en las oportunidades que aquel paso abrió para la administración de la AP, «que no se activaron por apostar por las negociaciones».
El jefe negociador recordó el derecho adquirido de la AP a acceder a agencias de la ONU, a ratificar protocolos y convenciones internacionales, incluyendo el reconocimiento de la Corte Penal Internacional.
«Hemos aceptado retrasar todo eso por nuestra responsabilidad en las tratativas con Israel; es un alto precio», reiteró.
Abbás acordó congelar toda adhesión a estos organismos y como contrapartida Israel aceptó la liberación de 104 terroristas presos, la mayoría encarcelados desde antes de los Acuerdos de Oslo de 1993, de los que ya salieron 52.
De acuerdo con funcionarios de seguridad israelíes, el desencanto entre los palestinos ante los escasos resultados de los contactos de estos meses está cuajando en un movimiento - político-estudiantil - cada vez más firme, que defiende la necesidad de acudir a dichas instancias internacionales, pese a la promesa hecha.
«Decidí renunciar porque hay una diferencia entre atar mis manos en un debate y atar mi dignidad», agregó Erekat, y destacó «los 23 muertos palestinos desde que se retomaron en verano los contactos auspiciados por el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, las 159 casas demolidas, y las 5.992 nuevas viviendas planificadas en asentamientos de Cisjordania y Jerusalén Oriental de un Gobierno israelí que favorece a los colonos».
«Israel tiene que evidenciar que es un socio con el que se pueda llegar a una solución de dos Estados - con las fronteras de 1967 como base -, que no se limite a firmar un acuerdo sino con el que se pueda definir el día después, la convivencia posterior. Los palestinos están aquí para quedarse, pero con un profundo compromiso por la paz», señaló.
Casi en paralelo a Erekat, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, leyó un comunicado de solidaridad con el pueblo palestino en el que exigía más compromiso a la comunidad internacional para lograr el fin de un conflicto arrastrado desde hace 65 años.
Ban también alertó del «aumento de la violencia y la incitación sobre el terreno, que hace la situación cada vez más peligrosa», y citó expresamente el aumento de los asentamientos en suelo ocupado, los misiles lanzados desde Gaza contra Israel y la división entre Al Fatah y Hamás en los Gobiernos de Cisjordania y la franja.
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