El presidente yemení, Ali Abdula Saleh, ha dejado el poder después de 33 años al frente de su país. De esta forma, se convierte en la cuarta víctima de la Primavera Árabe, siguiendo los pasos de Ben Alí, Mubarak y Gadafi, en Túnez, Egipto y Libia respectivamente.
Después de varios meses de protestas populares, reprimidas con violencia por parte de sus Fuerzas de Seguridad, Saleh finalmente ha firmado en Riad el traspaso de poder acordado con los seis miembros del Consejo de Cooperación del Golfo, en un acto retransmitido en directo por la televisión estatal saudí.
Tras esto, el vicepresidente Abdo Rabu Mansur Hadi lo sustituirá en sus funciones y será el encargado de organizar las elecciones presidenciales anticipadas a celebrarse en un plazo de 90 días.
Saleh aseguró, tras certificar su alejamiento de la presidencia, que siempre quiso trasladar el poder "de forma pacífica" y remarcó que su deseo "no era monopolizar el poder", ni que murieran personas en las revueltas contra su régimen. Por otra parte, denunció que "los vientos que soplan desde los países del norte de África forman parte de una agenda extranjera".
El acuerdo firmado garantiza al ya ex presidente yemení y a su familia que no serán perseguidos por la Justicia.
Yemen ha estado paralizada durante meses por las protestas que debilitaron el control del gobierno en el país y permitieron a los militantes islámicos apoderarse de grandes extensiones de territorios.