Al corazón de la tecnología de California y EE.UU, que representa lo que todos en la vieja economía quieren llegar a tener, le ha salido un clon a miles de kilómetros pero bajo un modelo no demasiado distinto al estadounidense y, aunque se reniege, bajo una iniciativa pública.
La generación de empresas tecnológicas en los años '70 en EE.UU, muchas contratistas del Gobierno y de su Departamento de Defensa, sembró un fértil terreno para que naciera start-ups y profesionales de gran talento que alcanzaron lo más alto como Steve Jobs, Bill Gates, Jeff Bezos o Mark Zuckerberg.
EE.UU goza de la hegemonía indiscutible comercial de la red y la tecnología por lo que sembró hace décadas.
A miles de kilómetros de allí, Israel construyó un ejercito de start-ups tecnológicas que acapara la atención de las principales multinacionales.
En Israel se plantearon alcanzar una cultura innovadora, una economía dinámica y empresas competitivas en todo el mundo. Y en pleno Oriente Medio, y al borde de la guerra constante, hizo realidad ese sueño combinando el esfuerzo público y privado mediante su programa Start-up Nation.
La creación de la figura de la coinversión, en la que el dinero público comparte riesgo con el privado, dio sus frutos y los sigue dando cada año.
Este año, el pabellón israelí en el Mobile World Congress (MWC) se convirtió de nuevo en centro neurálgico de la feria. Con más de un centenar de empresas israelíes - 65 de telefonía y 40 de aplicaciones -, Israel brilló con luz propia en el mayor evento tecnológico que se celebra en España. El talento y su capacidad de venta les habrá a reportado a buen seguro numerosos acuerdos o algo más. Gigantes como Telefónica, Orange, Apple, Motorola o Google no dejaron de visitar el stand israelí para echar un vistazo.
Israel tiene una población próxima a 8 millones de habitantes. Invirtió cerca del 5% en 2011 en i+D+I, casi el triple y ostenta unas cifras de desempleo de menos del 5%.
El mencionado «Start-Up Nation» fue un término acuñado por los economistas Saul Singer y Dan Senor en su explicación del «milagro económico israelí», que hizo del I+D su razón de ser y se convirtió en el segundo país del mundo por inversión en capital riesgo.
Los datos recientemente publicados por la OCDE certifican a Israel como el país con el segundo mejor nivel educativo (sólo superado por Canadá), ocupa el cuarto lugar en número de patentes y es el Estado con mayor número de ingenieros por habitante - 140 por cada 10.000 personas. Argumentos que le llevaron a erigirse referente internacional en el desarrollo del sector TIC.
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