En una sociedad democrática tenemos el derecho y el deber de elegir. Si de entrada renunciamos al olivo, las llamas de la zarza espinosa no tardarán en calcinarnos a todos.
Las fiestas judías siempre se han distinguido por su capacidad de actualización. Tu Bishvat, que festejamos esta semana, es una de ellas.
El árbol es un elemento muy significativo en la Torá. Entre otras narrativas, el pecado original proviene de comer sus frutos; en ella está escrito que «el hombre es como el árbol del campo»; además, Dios elige presentarse ante Moisés en forma de zarza.
Tu Bishvat consigue mantener vigente los preceptos fundamentales de la ley en cada situación histórica y cambiante. Esta atribución sigue en pie hasta hoy, pues los últimos eventos de nuestra complicada realidad política en Israel se encuentran en un curioso paralelismo con narraciones bíblicas como la fábula que Iotam, que éste relató a los habitantes de Shjem (Jueces 8; 7-14), tratando de instruirlos acerca de liderazgos contraproducentes.
Contó Iotam que todos los árboles decidieron buscar un rey a quien ungir. Le dijeron al olivo: «Sé nuestro rey». Les respondió el olivo: «¿Voy a renunciar al aceite con el que gracias a mí son honrados Dios y los hombres para ir a reinar sobre vosotros?». La pidieron a la higuera: «¡Ven, reina sobre nosotros!». Respondió la higuera: «¿Voy a abandonar mi dulzura y mi sabroso fruto para reinar sobre los árboles?». Fueron a la vid: «¡Reina sobre nosotros!». Les respondió la vid: «¿Voy a dejar mi mosto que alegra a Dios y a los hombres para reinar sobre ustedes?».
Entonces, viendo que la lista de candidatos se acababa, todos los árboles le suplicaron a la zarza espinosa: «¡Por favor, reina sobre nosotros!». La zarza respondió: «Si como última oportunidad vienen a ungirme para reinar sobre ustedes, cobíjense a mi sombra; de no ser así, que brote fuego de mis espinas y los devore a todos, incluso a los cedros del Líbano». Dicho y hecho.
Una de las principales crisis de un Estado radica en la falta de liderazgo visionario. Por lo general sufrimos de exceso de políticos y falta de estadistas; dirigentes que no se animan a tomar decisiones difíciles, manipulan con el odio, el miedo a lo diferente y las desgracias de los ciudadanos y las utilizan como armas para nuclear simpatizantes a su alrededor y permanecer en el poder.
Pero en una sociedad democrática tenemos el derecho y el deber de elegir. Si de entrada renunciamos al olivo, las llamas de la zarza espinosa no tardarán en calcinarnos a todos.
¡Jag Sameaj!