Ka’et es el nombre de un grupo de danza de hombres cuyos cuerpos hablan, rompiendo barreras estéticas dentro de los límites de la ortodoxia. Porque los componentes del Ka’et Ensemble son jóvenes religiosos con base en Jerusalén pero que llevan sus movimientos por distintas ciudades de Israel y por escenarios del mundo.
Aunque son ultraortodoxos, los integrantes del Ka’et Ensemble pretenden demostrar a los espectadores que contemplan sus coreografías «que la tradición y la modernidad no están enojadas». Sus obras, planteadas en pequeñas escenografías - como «Tish», en torno a una mesa de madera en un espacio desnudo - o en entornos urbanos como su «City dance» por las calles céntricas de Jerusalén.
«Queremos expresar nuestras identidades culturales y sociales a través de la danza», afirmaron los bailarines.
Su práctica religiosa, su familia, sus ocupaciones - algunos son rabinos - encajan con la libertad inherente al espectáculo, no sin contradicciones.
«Utilizamos el escenario para provocar un nuevo debate entre nuestras vidas y nuestros cuerpos», declaró Amitai Stern, uno de los más jóvenes del grupo, al que no acceden mujeres. Las normas ortodoxas les impiden bailar con ellas.
El diálogo expresivo del Ka’et Ensemble transita por la danza contemporánea, pero utilizan referencias bíblicas o ropas habituales en los rabinos o los practicantes religiosos judíos. En sus montajes puede reinar el silencio, oírse susurros de rezos, o música tecno con pasajes de la Cabalá de fondo.
Precisamente para poder transmitir sus inquietudes artísticas dentro del cerrado ámbito religioso y para profundizar en el estudio del movimiento nació en 2007 «Kol Atzmotai Tomarna» (Todos mis huesos hablarán, en hebreo), la escuela de teatro y danza germen de Ka’et y en la que se engloba esta compañía, que trabaja en régimen cooperativo.
Dos de los componentes de Ka’et, Yehuda Segev y Hanania Schwartz, ya participaron en 2011 en el Festival Israel. En aquella ocasión presentaron una obra de ambos, «Entre el cielo y la tierra».
Ahora ofrecen dos de las obras claves de su repertorio: «Tish», una coreografía de Aviv Eveguy en la que para todos una mesa es eje, soporte y provocación de movimientos, y «Highway nº 1», pieza de Tammy y Ronén Itzjaki, maestros coreográficos con amplia experiencia en festivales de teatro y danza israelíes.
Su planteamiento de la obra es simbólico del mensaje de Ka’et: «¿Dónde está la frontera entre lo religioso y lo secular, entre los asistentes a una fiesta laica y los fieles en una sinagoga? ¿Cómo será la oración ritual en 2046?».
Y el complejo mundo cultural de Jerusalén, «un lugar que representa el eterno microcosmos del planeta» es lo que inspira el trabajo de esta novedosa compañía de danza israelí.
Notas relacionadas:
Israel: Danza joven en país joven
Pasión por baile flamenco de Miró llega a Israel
Baryshnikov: «Estoy feliz en Israel»