Cuántas jovencitas han perdido el sueño por Cliff Richard. Cuántos corazones han palpitado sufriendo de placer al escuchar su voz. Cuánta nostalgia ha coleccionado su cara de eterno jovencito - incluso ahora que las arrugas y las canas marcan irremediablemente su imagen musical.
Este eterno Peter Pan de la música que se niega a envejecer, retorna a Israel para una única presentación en el Estadio Nokia de Tel Aviv, en la cual volverá a deleitarnos con sus incontables éxitos.
Cliff Richard ha sido un poco de todo: la respuesta europea a Elvis Presley; la punta de lanza de una nueva corriente musical británica; el predecesor de The Beatles.
Ciertamente, desde que Richard hizo su debut en las listas de éxitos en septiembre de 1958 la música rock ha cambiado totalmente. Y, sobre todo, ha desaparecido aquel espíritu pionero que entonces era condición indispensable para conquistar un lugar en el sol. No obstante, Richard es el único artista británico que ha acompañado más de treinta años de cambios sin ser atropellado.
En Cheshunt, cerca de Londres, Cliff empezó a interesarse por la música. La familia había comprado un tocadiscos y un puñado de singles de éxito. El joven Richard aprendió a tocar la guitarra, alternándola con el fútbol y el atletismo, que practicaba con pasión y discretas dotes. Pero la música era su verdadero gran amor, y quedó inmediatamente fascinado por el rock'n'roll americano que se escuchaba en todo el mundo gracias a la radio y a los discos de importación.
Elvis Presley y Bill Haley fueron sus primeros ídolos. Formó con algunos compañeros de escuela su primer conjunto, The Quintones, que actuaban en las fiestas de la escuela y en los centros juveniles. Como era el más decidido, le confiaban las partes más importantes, esto es, los solos y las canciones de Presley.
En espera de convertirse en una estrella del rock, Richard dejó la escuela y se puso a trabajar en el archivo de la empresa eléctrica en la que trabajaba su padre. Pero su amor por el rock'n'roll era demasiado fuerte, y decidió, junto al batería Terry Smart, formar su propio grupo, The Drifters, los futuros Shadows. Con esta formación entró en el circuito de los clubs londinenses.
A pesar del obstáculo de actuar con un grupo que no era precisamente excepcional, Richard se hizo notar en un espectáculo para debutantes. Un agente teatral, George Ganjou, más impresionado por su buen aspecto que por su voz, se esmeró para hacer grabar al grupo en un verdadero estudio de grabación. De aquel primer trabajo profesional salieron dos cintas, 'Lawdy Miss Clawdy' y 'Breathless', con las que el grupo se presentó ante Norrie Paramor, un hombre de mediana edad, no muy interesado en el rock' n'roll, pero atento a las vueltas de la moda que en aquellos años también había producido los primeros ejemplos de rock inglés modelándolos sobre los ejemplos americanos.
Paramor admiró de inmediato la capacidad de Richard y captó la insuficiencia artística de The Drifters, así que le propuso que se deshiciera de sus compañeros. El primer disco verdadero de Richard fue resultado de un compromiso. En la cara A incluía una canción melódica como 'Schoolboy crush', y por la otra cara la más dinámica 'Move it'.
Y precisamente sobre este tema se concentró la atención de la crítica y del público, que lo saludó como la definitiva confirmación del nacimiento de una versión inglesa del rock. Gracias a los contactos y a los conocimientos de Paramor, el disco obtuvo una óptima promoción radiofónica y buenos comentarios en la prensa. Uno de los más entusiastas fue el de Jack Good, importante productor televisivo y titular de una sección en el periódico «Disc». Good reseñó positivamente 'Move it' y citó inmediatamente a Richard y The Drifters para su nuevo espectáculo titulado «Oh boy!», enteramente dedicado a los fenómenos juveniles mundiales.
El jovencito Richard aún debía refinar la calidad de su música, pero en aquella, muy controlado por Good, hizo su debut televisivo. La participación en «Oh Boy!» se convirtió en un clamoroso éxito. Había nacido una estrella.
En diciembre de 1958 The Drifters se separaron y el grupo de acompañamiento de Richard fue sustituido por unos músicos profesionales que más tarde se hicieron famosos con el nombre de The Shadows.
En 1959 publicó un EP titulado 'Serious charge', que incluía también la canción 'Living doll', un tema que Richard no había querido grabar porque estaba poco convencido de su calidad. Sin embargo, precisamente este tema estaba destinado a transformar su carrera: se trataba de una "balada", una canción tranquila dominada por el acompañamiento de guitarra punteada que permitía escuchar la voz de Richard en toda su belleza.
En una semana, 'Living doll' entró en las listas y se convirtió en su gran éxito. En muy poco tiempo llegó a vender un millón de copias. En este momento entraron en escena los hermanos Grade, Lew y Leslie, organizadores de espectáculos y managers de éxito. Fueron precisamente ellos los que dieron el espaldarazo definitivo a la carrera de Richard, que decidió continuar grabando baladas como 'Travellin' light' y 'A voice in the wllderness', dos éxitos que le abrieron las puertas del prestigioso London Palladium, en el que fue la estrella del programa durante seis meses seguidos.
Contemporáneamente a todos estos trabajos, Richard encontró el estímulo justo para grabar lo que aún hoy es considerado el mejor álbum de rock inglés, 'Me and my Shadows', sólido disco de rock'n'roll escrito casi enteramente por Cliff y por su grupo, unos tres años antes de la irrupción de The Beatles.
El verano de 1960 marcó también el gran éxito de The Shadows con el tema 'Apache', una de las canciones más famosas de la historia del rock, y en este punto se puede hablar de una verdadera Cliffmanía.
Frente a la consolidación clamorosa de The Beatles y de otros artistas, Richard modificó lentamente su estilo y se dedicó sobre todo a grabar baladas como 'Costantly', 'The Twelfth of never' y 'The minute you're gone', para un público más maduro. Con el paso del tiempo, Richard fue asumiendo cada vez más una posición híbrida: unas veces graba rock'n'roll y otras se consagra al público más maduro, con canciones menos originales. Pero el éxito seguía llegando, como en 1968, cuando conquistó la cabeza de las listas de éxitos con 'Congratulations', con la que participó en el festival de Eurovisión.
Richard se propuso, con gran empeño, conquistar el mercado americano. En Estados Unidos ya se había hecho notar años antes con sus primeros discos, pero ahora el mercado era más propicio para él. Richard se puso a trabajar en ello, siguiendo la suerte de otras gloriosas estrellas de la música británica, como Tom Jones, que precisamente al otro lado del océano habían encontrado una imprevista y agradable recuperación de sus carreras.
Los años setenta y ochenta vieron a un Richard muy activo, unas veces audazmente empeñado en encontrar su lugar en el ámbito del rock, como con el álbum 'l'm not a hero', y otras melancólicamente tendido hacia el pasado, lo que le ha reportado nuevos éxitos, como 'Mistletoe and wine'.
Hoy su figura es la de un profesional aún muy popular en su patria, el divo que durante una época se disputa con Paul McCartney el título de «guapo del rock».
Cliff Richard en única presentación
Estadio Nokia - Tel Aviv
Jueves 11.07.13 - 21:00 hs.