Ucrania va a elecciones. Los judíos vuelven a ser "chivos emisarios" en las diferentes campañas. un dirigente de la comunidad judía manifestó: "Quien salga electo, deberá combatir el antisemitismo en Ucrania".
A veces uno quisiera cambiar de tema.
Me gustaría contarles de nuestra Premio Nobel de Química, de las escasas pero bienhechoras lluvias que se abatieron sobre nuestra reseca, sedienta y querida Mediná, reírnos un poco sobre las infantiles excusas de Bibiahu para no ir a la Convención sobre el medio Ambiente en Copenhague... hasta podríamos hablar del Gran hermano; mire doña, que ahora juegan a la revolución social dividiéndose en ricos y pobres... todo sea por el rating.
Pero no.
Lamentablemente tengo que volver al tema que toqué veces pasadas: la amenaza ucraniana. La última noteja que compartí con vosotros me ha valido no pocos reproches, e incluso algunas miradas piadosas. Que no, que no puede ser, que Ucrania está transformándose en una aliada de Israel, que por dos botarates que juegan a ser nazis no se puede juzgar a toda una estructura...
Justamente. Odio estar en lo cierto.
Sergey Ratushniak, el intendente de Uzhgorod y candidato (!) a la presidencia de Ucrania, ese mismo rostro que no sirve, ese mismo fantoche que quiere convencer a todos de la mala leche que le envenenó el cerebro culpando a los judíos de todos sus males y amenazando con otro "11 de Setiembre" en Ucrania si resulta electo (de hecho, ya hubo uno: fue 10 veces más letal, se llamó Babi Yar y sin la ayuda de los antecesores de esta escoria humana quizá no hubiese podido llevarse a cabo en esas proporciones), no sólo sigue llevando adelante su candidatura, sino que también continúa amenazando a diestra y siniestra de no dejar un judío entero y de proseguir con su letanía de que los judíos se apoderaron del aparato económico de Ucrania. También participó en un "congreso académico" cuyo tema central fue precisamente ese: la "toma de la economía ucraniana" por parte de los judíos. Además, casualmente, siempre casualmente, para esa época aparecieron en el país todo tipo de titulares advirtiendo sobre el tráfico de órganos de niños ucranianos digitado desde... ¡claro! Israel.
Otro candidato, Arseniy Yatsenyuk, ex presidente del parlamento, está recibiendo cada vez más "acusaciones" por su "pasado judío". Yulia Tymoshenko, actual primera ministro y otra de los principales candidatos, también atiza cínicamente el fuego del antisemitismo para arrimar votos.
Y en medio de tan linda campaña electoral, nuestro inefable ministro de RR.EE, Avigdor Yvette Liberman está en Ucrania de visita oficial, recibiendo "seguridades" que no se trata más que de "algunos inadaptados" y que se "toman medidas"...
Puede ser.
Un museo aquí, una "simpatía" hacia Israel en la ONU por allá, un par de custodios más en Uman...
Pero hay algo más grave. Mucho más grave.
Algo se está gestando durante esta malhadada campaña electoral, que va mucho más allá del antisemitismo directo, algo que como judíos tiene que preocuparnos bastante más que los roncos ladridos de Ratushniakes y Tymoshenkos.
Desde que fue elegido presidente de Ucrania, Viktor Yushchenko está promoviendo entusiastamente una campaña de "rehabilitación" de algunos "heroicos" combatientes que lucharon por liberar a Ucrania del yugo soviético e independizarse. El objetivo de reivindicar a asesinos de judíos lo propuso el mismo Yushchenko, quien aprovechándose de su condición de presidente de la república, presentó un proyecto de ley al Parlamento para reconocer al ejército revolucionario ucraniano como fuerzas armadas "combatientes" durante la Segunda Guerra Mundial, comparando en el colmo del caradurismo a estos "paladines" con los veteranos del Ejército Rojo que lucharon contra los nazis.
Pero hay un problema.
Y es que ese ejército "revolucionario" y "ucraniano" colaboró alegre y entusiastamente con los nazis, seguramente con la esperanza de que éstos los ayuden a independizarse de los rusos. Y tan entusiastamente colaboraron los ucranianos con los nazis que también les dieron una manito (más bien una mano bastante considerable) en el asesinato de cientos de miles de judíos en Ucrania, con una fidelidad rayana en el más rastrero servilismo... y no sólo en Ucrania.
De todos modos Yushchenko, que si bien se lava la cara con ácido (ver sus fotos) no come vidrio, sabe que toda esa refinada e insidiosa charla antisemita ya no puede ayudarlo; las encuestas le están dando un miserable 4% en su carrera a un segundo período. Ya ni en los judíos se puede confiar...
Que siempre hubo antisemitismo en Ucrania es sabido. Hace algunos años empezaron con campañas de reivindicación y proclamación como héroes a escorias tales Lyura, Bendra o Shajovich, luchadores por la independencia pero a costa de mucha sangre de judíos, contra quienes dirigieron entusiastamente pogroms, calumnias y atentados.
Esa "canonización de asesinos" fue la primera ola. La segunda nos está barriendo ahora, cuando en nuestras propias barbas, la cuestión judía está siendo cínicamente aprovechada como arma, no importa si a favor o en contra, para la guerra electoral entre candidatos. Y cierro esta nota de advertencia con una frase de un dirigente de la comunidad judía de Ucrania: "Quien salga electo, deberá combatir el antisemitismo en Ucrania".
¿Ingenuo, verdad? Especialmente si el que sale electo es un Ratushniak, o una Tymoshenko. Por lo menos en lo que respecta a Yushchenko, las estadísticas dicen que no.
Así nos va... y así les va. Y hasta les puede ir peor.