Israel celebra hoy la fiesta nacional de «Yom Yerushalaim» que marca la unificación de Jerusalén después de la Guerra de los Seis Días en 1967. La policía aseguró que esta vez los festejos no pasarán por la parte oriental de la ciudad ni por los barrios musulmanes, debido a los conflictos de los últimos años.
Dos eventos principales tendrán lugar en la capital israelí: la ceremonia oficial en Guivat HaTajmoshet (la Colina de las Municiones) y la Marcha de las Banderas por varias avenidas de la ciudad.
Debido a los enfrentamientos entre palestinos e israelíes en los últimos años durante las celebraciones, la policía no sólo cambió el rumbo de la marcha, sino también pidió a comerciantes palestinos - cuyos negocios se encuentran en el trayecto de la manifestación - mantener sus tiendas cerradas para evitar encuentros tensos.
Comerciantes palestinos en la Ciudad Vieja rechazaron las instrucciones policiales. Sus representantes emitieron un comunicado en el que acusan que el propósito de las celebraciones es «hacer de Jerusalén una ciudad judía y provocar los sentimientos de los musulmanes y los cristianos».
El muftí de Jerusalén, el jeque Muhamad Hussein, advirtió en contra de ataques a palestinos, y declaró que «las autoridades israelíes serán plenamente responsables de los enfrentamientos que podrían resultar de la provocadora marcha».
Por su parte, el jeque Yousef Ideis, jefe de la corte musulmana en Cisjordania, llamó a los palestinos a llenar la Explanada de las Mezquitas, lugar venerado tanto para judíos como para musulmanes, con el fin de estar presentes «en caso de que algún judío fanático decida entrar en ella».
El año pasado, 24 personas, la mayoría de ellos judíos, fueron detenidas y tres resultaron heridas por piedras lanzadas durante el desfile. También fueron dañadas propiedades palestinas.
Mientras Israel festeja el 45 aniversario de la unificación, un nuevo informe publicado hoy por el diario Haaretz revela que el 78% de los palestinos en la ciudad - lo que significa un 84% de los niños palestinos - vive bajo el umbral de la pobreza.
El informe, titulado «Políticas de abandono en Jerusalén Oriental», señala «las limitadas oportunidades de empleo, un sistema educativo gravemente diezmado, y una falta sistemática de la infraestructura física y económica» de la población árabe de la ciudad.
Un portavoz de la municipalidad de Jerusalén señaló que «el municipio está haciendo grandes esfuerzos para mejorar la calidad de vida de los residentes árabes de Jerusalén, con el fin de disminuir las brechas causadas por décadas de abandono. Un instituto de Washington publicó una encuesta en la que informa un fuerte aumento de la calificación de los residentes de los servicios municipales».
El portavoz añadió que en el último año se han construido 400 nuevas aulas escolares, y que se han invertido 500 millones de shékels en cooperación con el ministerio de Transporte para mejorar la red vial en los barrios árabes.
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