El presidente de Alemania, Christian Wulff, expresó «vergüenza e indignación» por los crímenes racistas cometidos por ultraderechistas en la última década, al cumplirse el 70 aniversario de la Conferencia de Wannsee, donde se dispuso el genocidio de los judíos de Europa.
Al acto asistió el ministro israelí Yossi Peled, quien consiguió sobrevivir al Holocausto bajo una identidad falsa en Bélgica. De su familia sólo su madre sobrevivió en el campo de concentración de Auschwitz.
«Haremos todo lo posible para que el terror y el odio asesino al extranjero y a lo foráneo nunca vuelvan a tener un lugar en Alemania», aseguró Wulff en la ceremonia realizada cerca de Berlín.
El 20 de enero de 1942, 15 altos jerarcas nazis se reunieron, bajo la dirección de Reinhard Heydrich, en la mansión a orillas de un lago para sellar la deportación y el exterminio sistemático de judíos, en lo que se llamó la Solución Final. Entre los máximos responsables figuraba Adolf Eichmann.
En 1992 se inauguró un monumento recordatorio en ese sitio. «Este lugar y el nombre Wannsee se han convertido en símbolo de la distinción, organizada burocráticamente, entre la vida digna de vivir e indigna de vivir para el exterminio organizado por el Estado, de la fría crueldad, del punto de partida del asesinato sistemático de un pueblo, afirmó Wulff».
El presidnte agregó que el antisemitismo del Estado nazi había sido alimentado y sostenido por el antisemitismo en la sociedad. Por ello, dijo, es una tarea mantener viva la memoria del genocidio judío: «no podemos olvidar que lo increíble e inimaginable realmente sucedió».
El mandatario germano garantizó a los judíos de todo el mundo el respaldo de Alemania en caso de estar en peligro o de ser perseguidos, y destacó el apoyo incondicional de su país a Israel.
La referencia actual de Wulff se relacionó con tres neonazis que, en 10 años, asesinaron a ocho turcos, un griego y una agente policial, sin que las autoridades se percatasen. La falta de coordinación entre los servicios de inteligencia y la policía impidió que fueran vinculados con los ataques racistas.
En la Conferencia de Wannsee, una reunión que duró menos de 90 minutos, Reinhard Heydrich, el segundo al mando de las SS después Heinrich Himmler convenció a sus invitados para que apoyaran el mayor genocidio de la historia.
El llamado «carnicero de Praga» demostró el talento organizativo que poseía. Según él, era muy costoso ultimar a los judíos por pequeños grupos a disparos. Había tomado las notas esenciales para lograr deshacerse de los restos, rapidez, número de víctimas y tiempo estimado de la desaparición de su objetivo.
Pasados los minutos de debate, nadie titubeó en seguir las propuestas de Heydrich, quien les comunicó que sustentándose en una autorización de Hitler se iba a proceder a la deportación de todos los judíos europeos hacia el este, donde se montarían los principales campos de exterminio. Una realidad que ya había comenzado a darse en Bielorrusia, el Báltico y Ucrania. Todos los allí reunidos se mostraron dispuestos a colaborar.
En el mapa que se elaboró la noche de aquel 20 de enero «11 millones de judíos entraban en consideración» dentro del marco de la «Solución final» junto con una relación de los territorios conquistados y por conquistar. Como broche, mediante cruces y líneas, la dirección nacionalsocialista daba por sentado la dominación de toda Europa en un futuro muy próximo.